Blog que incorpora apologética (defensa de la fe), ética en el contexto de la sociedad actual y, en general, formación.
martes, 19 de junio de 2018
El día del orgullo es abominable.
¿Cómo puede enorgullecer un desfile en el que los participantes realizan actos de los que se avergonzarían si los practicasen delante de su madre o de sus hermanos? ¿Cómo puede denominarse respetable dicho espectáculo si la intención es dejarse llevar sin consciencia para mezclarse con desconocidos en actos que atentan contra su propia salud y la virtud de la continencia? Pues contenerse es decir no a embriagarse, a drogarse, a participar en orgías de las que en sano juicio huirían.
A quienes denuncian tales costumbres los tildan de intolerantes. ¿Cómo pueden tachar de intolerantes a ciudadanos que lo que buscan es educar en la virtud a sus hijos con objeto de hacer de la Nación un lugar próspero, lo cual no se logra con la incontinencia hacia los deleites, sino con el esfuerzo de contenerse de lo fácil y de buscar trabajar la voluntad y la razón?
No es un escrito de este servidor. Es una traducción libre de un extracto de San Agustín, de su libro, La Ciudad de Dios. Libro I.
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