lunes, 24 de agosto de 2020

La Historia de la Salvación

Hay muchos relatos en la Biblia que dan cuenta de la Historia de la Salvación. Discursos pronunciados por personajes: Nehemías 9, 7-31, Josué 24, 1-13, el discurso de San Esteban ante el Sanedrín (Hechos 7, 12-53) o de alguna manera, el de San Pablo ante los atenienses (Hechos 17, 22-31), o que hacen alusión directa a ella, por ejemplo, en los capítulos 10 y 11 (hasta el versículo 19), del libro de la Sabiduría. El pueblo judío era consciente de la presencia de Dios en su historia. Dicha consciencia no es tan evidente hoy en día para el pueblo de Dios del Nuevo Testamento.

Quisiera aquí resaltar algunos ejemplos destacables que dan fé de la contínua presencia de Dios en nuestras vidas. Y quiero empezar por Nagasaki.

En 1549, San Francisco Javier visitó Japón en su proceso de evangelización de los países orientales. Vinieron muchos otros después de él. Pero todos los sacerdotes y evangelizadores fueron expulsados y prohibidos en 1587. Nagasaki era un lugar donde la presencia de los jesuitas era importante en aquella época. Más adelante, en 1612 se prohibió totalmente el cristianismo.

En 1862 le fue permitido a un misionero francés entrar al Japón. Abrió un templo en Nagasaki. Habían pasado 250 años e inesperadamente se le acercaron fieles japoneses quienes se transmitieron la fe oralmente por generaciones. Por supuesto, se habían perdido cosas o transformado, pero la mitad de ellos, unos quince mil, se dejaron catequizar.

Entre 1930 y 1936 san Maximiliano Kolbe, gran devoto de la Virgen María, fundó un monasterio en las afueras de Nagasaki, encargado, entre otras cosas, de publicar y divulgar la revista “Caballero de la Inmaculada”, en referencia a la santísima Virgen. No quiso fundarlo en la ciudad porque, dijo, “una gran bola de fuego arrasará la ciudad”.

En la Fiesta de la transfiguración del 6 de agosto de 1945, una bomba atómica fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Nagasaki, lugar donde se concentraba cerca de la tercera parte de los católicos nipones. Una de las fotos más divulgadas es la de la ciudad arrasada. Permite apreciar la destrucción el hecho de que una edificación permaneció en pie en medio de las ruinas (ver foto). Se trata de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. No solo la construcción, sino sus cuatro ocupantes, miembros de la comunidad jesuita, quedaron vivos y sin consecuencia por la radiación, a tal punto que se sabe que treinta años después, aún vivían los cuatro.



Se calcula que hoy en día hay un millón de católicos en Japón.

Nagasaki es una historia de cinco siglos en donde se ve la mano amorosa de Dios, preservando la Fe, de manos de María, a pesar de las vicisitudes y el error humano.