En el libro Perder y ganar, Newman hace varios apuntes acerca del punto de vista protestante:
"Es una estupidez intentar que una nación tan religiosa como la
inglesa sea más religiosa a base de poner imágenes por las calles. Ese no es su
estilo y sólo conseguiría ofenderlos. Si fuese su estilo, hubiera surgido ya
sin que nadie se los dijera. Como la música empuja a bailar. Pero, lo mismo que
el baile no hace mejor la música que uno está escuchando, tampoco las ceremonias
hacen más religioso a quien no le gustan las ceremonias." Pag 56
A esto responde Newman: "Lo católicos creen que hay un poder en las
imágenes. No las ponen como algo meramente externo, para crear sentimientos,
sino que dan verdadero culto a las imágenes porque son más de lo que parecen,
no son pura apariencia externa. Les rinden culto a las imágenes bendecidas o a
aquellas cosas que pertenecieron a algún santo o porque se obró algún milagro a
través de ellas, porque tienen un vínculo con el mundo invisible de la gracia." Pag 56
Otro punto de vista protestante: "La Escritura dice muchas cosas sobre fe y santidad pero ni una palabra sobre iglesias y formas
externas. La gran tendencia, la desdichada tendencia del entendimiento humano
es crear un mediador (se refieren a la Iglesia) para interponerlo entre él y su
Creador; y lo mismo da si ese intermediario falaz es un rito, un credo, una
fórmula de oración, las buenas obras, o la comunión con iglesias particulares.
La única manera segura de servirse de esas cosas es usarlas con la conciencia
de que puede uno prescindir de ellas, que ninguna de ellas surgía directamente
del núcleo porque la fe, ese firme convencimiento de que Dios me ha perdonado,
es lo único absolutamente necesario; que donde esta esa única cosa, todo lo
demás resulta superfluo." Pag 69.
Newman anota que mantienen los protestantes esto
de manera tan inconmovible, bajo la base de la verdadera fe, que les parece que
una persona podía ser cualquier cosa, arminiano, calvinista, episcopaliano,
presbiteriano, swedenborgiano o unitario, y con todo estar en la salvación. Pag
69. Newman pensaba que no se puede dar gusto a todo el mundo. Dos cosas
contradictorias no pueden ser ambas verdaderas. Todas las doctrinas no pueden
ser igualmente seguras: una es cierta y las otras son falsas. Pag 65.
Para el efecto del párrafo anterior, Newman anotó una contradicción en la iglesia anglicana luego de estudiar los 39 artículos de la religión que son la interpretación anglicana de la fe y los sacramentos, a medio camino entre Roma
y los protestantes, que datan de 1563, junto con el Prayer Book, libro sobre el ritual y el ceremonial, que data a su
vez de 1570, y que constituyen los textos fundamentales de la Iglesia de Inglaterra.
Los anglicanos dicen que el Prayer Book se deduce
de la Escritura al igual que el credo Atanasio, aceptado por la Iglesia de
Inglaterra. Uno de los Artículos dice que se deben recibir como “fundados en la
Escritura”, aún siendo invención humana. Y los Artículos no dicen que sea
necesario admitir sus proposiciones para la salvación. Pag 70. De tal manera
que los libros que dan sustento a la religión que profesan no están fundados en la
Escritura, en contravía del énfasis en la “Sola Scriptura” de los protestantes. Recordemos que el
estudio minucioso de los Artículos fue el causante de que el superior
jerárquico de Newman le obligara a cejar en la publicación de los Tracts of the Times.
Los anglicanos parten de la base que la Iglesia Católica tiene muchas corrupciones y abominaciones. Por eso Henry Newman les dice: "Lo cierto es que conocen poco o nada de ella.", y “No me gusta lo
malo de la Iglesia Católica, si es malo, sino lo bueno. Y si voy, es por lo
bueno, no por lo malo.” Pag 74.
Explica los prejuicios que tienen los protestantes acerca del Magisterio de la Iglesia: “¡Las tragaderas que hacen falta pasar, sin más, el montón de
basura que los católicos tienen que meterse dentro! ¡Es como coger y, a sangre
fría, atarse al cuello un dogal y darle luego la cadena al cura!” Pag 137
Newman añade por boca de un protagonista del libro:“… imagínate por un momento que el catolicismo
tiene la verdad, ¿No es una oportunidad de que te conviertas?” Pag 132 "Por
supuesto que estaba buscando la verdad. Era su deber. Una vez su tutor – no se
le olvidaría, no – le explicó que el libre examen era un deber. Esa era la
verdadera diferencia entre católicos y protestantes; los católicos empiezan
por la fé, los protestantes por la interrogación."Pag 92
Tal vez por esta razón Newman desarrolló tanto el concepto de conciencia, como ya lo mencioné en otra entrada, como profundización de lo que es el verdadero "libre examen".
El diagnóstico de Newman respecto al libre examen como identidad de la Iglesia Anglicana le lleva a escribir esta afirmación en labios de uno de sus personajes en Perder y Ganar: “Nuestra iglesia admite una gran libertad de pensamiento en sus miembros. Entre nuestros teólogos hay diferencias muy notables. Éste es un gran principio de nuestra Iglesia: estamos de acuerdo en ser distintos.” Pag 109 Por eso "...les parece que una persona podía ser cualquier cosa, arminiano, calvinista, episcopaliano, presbiteriano, swedenborgiano o unitario, y con todo estar en la salvación." Pag 69.
Blog que incorpora apologética (defensa de la fe), ética en el contexto de la sociedad actual y, en general, formación.
martes, 26 de septiembre de 2017
sábado, 23 de septiembre de 2017
Esbozos del pensamiento de Newman
A Newman lo conocemos como pensador. Aún no se ha difundido su espiritualidad. Pero de una se puede deducir la otra. Trataré de dar un esbozo de algunas cuestiones a partir de frases del libro Perder y ganar[1]:
Sobre los temas de la religión decía: “Tengo que indagar, juzgar, decidir, sí, claro. ¡Pero si no sé nada! ¡Si nadie me ha enseñado nada!" refiriéndose a su educación en Oxford Pág. 139
“Cuando alguien se acerca la primera vez al mundo de la política o la religión, se enfrenta a todo como un ciego que de pronto recibiera la vista y se pusiera ante un paisaje. Tan lejana le parecería una cosa como otra: no hay perspectiva. La conexión de un hecho con otro, de una verdad con otra, el influjo de los hechos sobre las verdades y de las verdades sobre los hechos, quién precede a quién, qué puntos son primordiales y cuáles son secundarios, todo eso…” los jóvenes tienen que aprenderlo todavía. “… para ellos el mundo de hoy no tiene contacto con el mundo de ayer; el tiempo no es como una corriente, sino que les parece rotundo y estático como la luna. No saben lo que ocurrió hace diez años y mucho menos lo de hace cien. Para ellos el pasado no vive en el presente; los nombres no les dicen nada, ni las personas les traen recuerdo alguno. Puede que oigan hablar de gentes, cosas, proyectos, luchas, doctrinas, pero todo les pasa por delante, como el viento, sin dejar huella, sin impregnar. Nada crea hueco en sus mentes: no sitúan nada, no tienen sistema. Oyen y olvidan; como mucho, recuerdan haber oído algo pero no saben dónde. Y tampoco tienen solidez en su manera de razonar, y hoy discurren así y mañana de otra forma que tampoco es exactamente la contraria, sino al azar. Su línea de pensamiento se extravía, nada apunta a un fin determinado ni tiene un punto de partida sobre el que se asiente un juicio sobre los hombres y las cosas. Muchos hombres andan así toda su vida y llegan a ser unos eclesiásticos o políticos que dan pena… Todo según les coja o según les lleven las circunstancias. A veces, cuando se hiere el sentido de su propia importancia, se atrincheran en la idea de que eso prueba que son imparciales, desapasionados, moderados, que no son hombres de partido; cuando, en realidad, son esclavos sin remedio, pues en este mundo no hay otra fuerza que el compromiso con la razón ni otra libertad que sentirse cautivos de la verdad”. Pág. 49
"No es él una persona capaz de dejar que una verdad se quede dormida en su cerebro. Era seguro que al final la llevara hasta sus últimas consecuencias modificando sus puntos de vista en ese momento." Pág. 65
"Dios quiere que nos guiemos por la razón. No digo que la razón lo sea todo pero es algo. Y no debemos actuar sin contar con ella, ni en contra de ella." Pág 131
"Yo no he dicho que cualquier cosa sea un Credo ni que baste tener un Credo para que una religión sea verdadera; pero una religión no puede ser verdadera si no tiene un Credo”. Pág. 139.
"Yo admiro a quien construye algo y siento desprecio por quien no hace más que destruir." Pág. 140.
“Hay que respetar a quien se atreve a obrar de acuerdo con su conciencia.” Pág. 137.
Newman explica que para los protestantes la religión interior lo es todo y las formas externas no son nada sin un corazón contrito. Que esa es la que consideran la excelencia de la doctrina de la justificación sólo por la fé. “Al pecador se le dice: «Ven, tal como eres; no intentes hacerte mejor. Cree que la salvación es tuya, y entonces ya es tuya; las buenas obras llegarán después»”. “… la fé es un sentimiento del corazón, es confianza, creencia de que Cristo es mi salvador. Es cosa distinta de la santidad. «Santidad» introduce la noción de virtud, de rectitud moral, y no es eso. Fe es gozo y paz, pero no santidad. La santidad viene luego.” (pag 162-163). Estas cuestiones le daban desconfianza al joven protagonista de la novela de Newman: 1. ¿Cómo puede algo que no es santo causar santidad?, 2. “Cuando se dice que la justificación sigue inmediatamente al Bautismo se dice algo inteligible, que todo el mundo puede comprobar. El Bautismo es un signo externo inequívoco, mientras que si un hombre tiene ese secreto sentimiento llamado «fe» nadie más que él puede atestiguarlo y él es parte interesada. 3. Afirman que la fe lleva consigo su propia evidencia, que una vez que se acepte a Jesucristo Dios nos dará la fe, que todo lo demás, caridad y/o frutos vendrán después, pero entonces la falsa fe es muy parecida a la verdadera fe de tal modo que no hay manera de distinguir una de otra. Los efectos sí. Pero los efectos implican unas causas. Si la causa lleva a uno a hacer cosas buenas y a otro no, ¿dónde está la diferencia entre una verdadera fe y una falsa fe? De aquí otra frase del libro: "Dos cosas contradictorias no pueden ser ambas verdaderas. Todas las doctrinas no pueden ser igualmente seguras: una es cierta y las otras son falsas." Pág. 65.
"Unas cuantas conclusiones, no muy novedosas, pero sí importantes, Primera: hay un montón de opiniones distintas sobre los asuntos más trascendentes de la vida. Segunda: No todas son igualmente valederas. Tercera: es un deber moral tener opiniones verdaderas. Cuarta: Es verdaderamente difícil hacerse con esas opiniones verdaderas." Pág. 92.
A aquellos que se dejan llevar por lo expuesto de manera superficial sobre la trascendencia, Newman les dice: “En aguas poco profundas siempre se ve claro.” Pág. 94.
“… si hay algo que me hace mirar con buenos ojos el Romanismo es justamente … que alguien de confianza me dijera «Esto es verdad», «Esto no es verdad» … ¿no te daría una paz enorme saber, con certeza absoluta, lo que hay que creer sobre Dios, y cómo adorarle y agradarle?” Pág. 138 “… lo que te digo es que hoy nadie sabe lo que hay que creer ni tiene unas creencias claras más que los católicos … Nadie dice «Esto es verdad», «Esto es falso», «Esto viene de los Apóstoles» o «Esto no»." Pág. 139
Termino esta entrada con las palabras del cardenal Caffarra: “La enseñanza del Beato J. H. Newman tiene gran actualidad. Hacia el final de su vida, dijo que el patógeno que corrompe el sentido religioso y la conciencia moral, es «el principio liberal», como él lo llama. Es decir, la creencia de que, con respecto a la adoración que le debemos a Dios, es irrelevante lo que pensamos de él; la creencia de que todas las religiones tienen el mismo valor. Newman considera por lo tanto el principio liberal así entendido como algo completamente contrario a lo que él llama «el principio dogmático», que es la base de la proposición y la afirmación cristiana.
Del relativismo religioso al relativismo moral, sólo hay un paso. No hay problema entonces en el hecho de que una religión justifica la poligamia, y otro lo condena. De hecho, supuestamente no existe, por lo tanto, una verdad absoluta acerca de lo que es bueno y lo que es malo."[2]
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[1] Perder y ganar. John Henry Newman. Editorial Encuentro. España. 1992
[2] bajado de http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=27026 el 22 de septiembre de 2017.
Sobre los temas de la religión decía: “Tengo que indagar, juzgar, decidir, sí, claro. ¡Pero si no sé nada! ¡Si nadie me ha enseñado nada!" refiriéndose a su educación en Oxford Pág. 139
“Cuando alguien se acerca la primera vez al mundo de la política o la religión, se enfrenta a todo como un ciego que de pronto recibiera la vista y se pusiera ante un paisaje. Tan lejana le parecería una cosa como otra: no hay perspectiva. La conexión de un hecho con otro, de una verdad con otra, el influjo de los hechos sobre las verdades y de las verdades sobre los hechos, quién precede a quién, qué puntos son primordiales y cuáles son secundarios, todo eso…” los jóvenes tienen que aprenderlo todavía. “… para ellos el mundo de hoy no tiene contacto con el mundo de ayer; el tiempo no es como una corriente, sino que les parece rotundo y estático como la luna. No saben lo que ocurrió hace diez años y mucho menos lo de hace cien. Para ellos el pasado no vive en el presente; los nombres no les dicen nada, ni las personas les traen recuerdo alguno. Puede que oigan hablar de gentes, cosas, proyectos, luchas, doctrinas, pero todo les pasa por delante, como el viento, sin dejar huella, sin impregnar. Nada crea hueco en sus mentes: no sitúan nada, no tienen sistema. Oyen y olvidan; como mucho, recuerdan haber oído algo pero no saben dónde. Y tampoco tienen solidez en su manera de razonar, y hoy discurren así y mañana de otra forma que tampoco es exactamente la contraria, sino al azar. Su línea de pensamiento se extravía, nada apunta a un fin determinado ni tiene un punto de partida sobre el que se asiente un juicio sobre los hombres y las cosas. Muchos hombres andan así toda su vida y llegan a ser unos eclesiásticos o políticos que dan pena… Todo según les coja o según les lleven las circunstancias. A veces, cuando se hiere el sentido de su propia importancia, se atrincheran en la idea de que eso prueba que son imparciales, desapasionados, moderados, que no son hombres de partido; cuando, en realidad, son esclavos sin remedio, pues en este mundo no hay otra fuerza que el compromiso con la razón ni otra libertad que sentirse cautivos de la verdad”. Pág. 49
"No es él una persona capaz de dejar que una verdad se quede dormida en su cerebro. Era seguro que al final la llevara hasta sus últimas consecuencias modificando sus puntos de vista en ese momento." Pág. 65
"Dios quiere que nos guiemos por la razón. No digo que la razón lo sea todo pero es algo. Y no debemos actuar sin contar con ella, ni en contra de ella." Pág 131
"Yo no he dicho que cualquier cosa sea un Credo ni que baste tener un Credo para que una religión sea verdadera; pero una religión no puede ser verdadera si no tiene un Credo”. Pág. 139.
"Yo admiro a quien construye algo y siento desprecio por quien no hace más que destruir." Pág. 140.
“Hay que respetar a quien se atreve a obrar de acuerdo con su conciencia.” Pág. 137.
Newman explica que para los protestantes la religión interior lo es todo y las formas externas no son nada sin un corazón contrito. Que esa es la que consideran la excelencia de la doctrina de la justificación sólo por la fé. “Al pecador se le dice: «Ven, tal como eres; no intentes hacerte mejor. Cree que la salvación es tuya, y entonces ya es tuya; las buenas obras llegarán después»”. “… la fé es un sentimiento del corazón, es confianza, creencia de que Cristo es mi salvador. Es cosa distinta de la santidad. «Santidad» introduce la noción de virtud, de rectitud moral, y no es eso. Fe es gozo y paz, pero no santidad. La santidad viene luego.” (pag 162-163). Estas cuestiones le daban desconfianza al joven protagonista de la novela de Newman: 1. ¿Cómo puede algo que no es santo causar santidad?, 2. “Cuando se dice que la justificación sigue inmediatamente al Bautismo se dice algo inteligible, que todo el mundo puede comprobar. El Bautismo es un signo externo inequívoco, mientras que si un hombre tiene ese secreto sentimiento llamado «fe» nadie más que él puede atestiguarlo y él es parte interesada. 3. Afirman que la fe lleva consigo su propia evidencia, que una vez que se acepte a Jesucristo Dios nos dará la fe, que todo lo demás, caridad y/o frutos vendrán después, pero entonces la falsa fe es muy parecida a la verdadera fe de tal modo que no hay manera de distinguir una de otra. Los efectos sí. Pero los efectos implican unas causas. Si la causa lleva a uno a hacer cosas buenas y a otro no, ¿dónde está la diferencia entre una verdadera fe y una falsa fe? De aquí otra frase del libro: "Dos cosas contradictorias no pueden ser ambas verdaderas. Todas las doctrinas no pueden ser igualmente seguras: una es cierta y las otras son falsas." Pág. 65.
"Unas cuantas conclusiones, no muy novedosas, pero sí importantes, Primera: hay un montón de opiniones distintas sobre los asuntos más trascendentes de la vida. Segunda: No todas son igualmente valederas. Tercera: es un deber moral tener opiniones verdaderas. Cuarta: Es verdaderamente difícil hacerse con esas opiniones verdaderas." Pág. 92.
A aquellos que se dejan llevar por lo expuesto de manera superficial sobre la trascendencia, Newman les dice: “En aguas poco profundas siempre se ve claro.” Pág. 94.
“… si hay algo que me hace mirar con buenos ojos el Romanismo es justamente … que alguien de confianza me dijera «Esto es verdad», «Esto no es verdad» … ¿no te daría una paz enorme saber, con certeza absoluta, lo que hay que creer sobre Dios, y cómo adorarle y agradarle?” Pág. 138 “… lo que te digo es que hoy nadie sabe lo que hay que creer ni tiene unas creencias claras más que los católicos … Nadie dice «Esto es verdad», «Esto es falso», «Esto viene de los Apóstoles» o «Esto no»." Pág. 139
Termino esta entrada con las palabras del cardenal Caffarra: “La enseñanza del Beato J. H. Newman tiene gran actualidad. Hacia el final de su vida, dijo que el patógeno que corrompe el sentido religioso y la conciencia moral, es «el principio liberal», como él lo llama. Es decir, la creencia de que, con respecto a la adoración que le debemos a Dios, es irrelevante lo que pensamos de él; la creencia de que todas las religiones tienen el mismo valor. Newman considera por lo tanto el principio liberal así entendido como algo completamente contrario a lo que él llama «el principio dogmático», que es la base de la proposición y la afirmación cristiana.
Del relativismo religioso al relativismo moral, sólo hay un paso. No hay problema entonces en el hecho de que una religión justifica la poligamia, y otro lo condena. De hecho, supuestamente no existe, por lo tanto, una verdad absoluta acerca de lo que es bueno y lo que es malo."[2]
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[1] Perder y ganar. John Henry Newman. Editorial Encuentro. España. 1992
[2] bajado de http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=27026 el 22 de septiembre de 2017.
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