A Newman lo conocemos como pensador. Aún no se ha difundido su espiritualidad. Pero de una se puede deducir la otra. Trataré de dar un esbozo de algunas cuestiones a partir de frases del libro Perder y ganar[1]:
Sobre los temas de la religión decía: “Tengo que indagar, juzgar, decidir, sí, claro. ¡Pero si no sé nada! ¡Si nadie me ha enseñado nada!" refiriéndose a su educación en Oxford Pág. 139
“Cuando alguien se acerca la primera vez al mundo de la política o la religión, se enfrenta a todo como un ciego que de
pronto recibiera la vista y se pusiera ante un paisaje. Tan lejana le parecería
una cosa como otra: no hay perspectiva. La conexión de un hecho con otro, de
una verdad con otra, el influjo de los hechos sobre las verdades y de las
verdades sobre los hechos, quién precede a quién, qué puntos son primordiales y
cuáles son secundarios, todo eso…” los jóvenes tienen que aprenderlo todavía.
“… para ellos el mundo de hoy no tiene contacto con el mundo de ayer; el tiempo
no es como una corriente, sino que les parece rotundo y estático como la luna.
No saben lo que ocurrió hace diez años y mucho menos lo de hace cien. Para
ellos el pasado no vive en el presente; los nombres no les dicen nada, ni las
personas les traen recuerdo alguno. Puede que oigan hablar de gentes, cosas,
proyectos, luchas, doctrinas, pero todo les pasa por delante, como el viento,
sin dejar huella, sin impregnar. Nada crea hueco en sus mentes: no sitúan nada,
no tienen sistema. Oyen y olvidan; como mucho, recuerdan haber oído algo pero
no saben dónde. Y tampoco tienen solidez en su manera de razonar, y hoy
discurren así y mañana de otra forma que tampoco es exactamente la contraria,
sino al azar. Su línea de pensamiento se extravía, nada apunta a un fin
determinado ni tiene un punto de partida sobre el que se asiente un juicio
sobre los hombres y las cosas. Muchos hombres andan así toda su vida y llegan a
ser unos eclesiásticos o políticos que dan pena… Todo según les coja o según
les lleven las circunstancias. A veces, cuando se hiere el sentido de su propia
importancia, se atrincheran en la idea de que eso prueba que son imparciales,
desapasionados, moderados, que no son hombres
de partido; cuando, en realidad, son esclavos sin remedio, pues en este
mundo no hay otra fuerza que el compromiso con la razón ni otra libertad que
sentirse cautivos de la verdad”. Pág. 49
"No es él una persona capaz de dejar que una
verdad se quede dormida en su cerebro. Era seguro que al final la llevara hasta
sus últimas consecuencias modificando sus puntos de vista en ese momento." Pág. 65
"Dios quiere que nos guiemos por la razón. No
digo que la razón lo sea todo pero es algo. Y no debemos actuar sin contar con
ella, ni en contra de ella." Pág 131
"Yo no he dicho que cualquier cosa sea un Credo ni que baste tener un Credo para que una religión sea verdadera; pero una
religión no puede ser verdadera si no tiene un Credo”. Pág. 139.
"Yo admiro a quien construye algo y siento desprecio por quien no hace más que destruir." Pág. 140.
“Hay que respetar a quien se atreve a obrar de acuerdo con su conciencia.” Pág. 137.
Newman explica que para los
protestantes la religión interior lo es todo y las formas externas no son nada
sin un corazón contrito. Que esa es la que consideran la excelencia de la
doctrina de la justificación sólo por la fé. “Al pecador se le dice: «Ven, tal
como eres; no intentes hacerte mejor. Cree que la salvación es tuya, y
entonces ya es tuya; las buenas obras llegarán después»”. “… la fé es un
sentimiento del corazón, es confianza, creencia de que Cristo es mi salvador.
Es cosa distinta de la santidad. «Santidad» introduce la noción de virtud, de
rectitud moral, y no es eso. Fe es gozo y paz, pero no santidad. La santidad
viene luego.” (pag 162-163). Estas cuestiones le daban desconfianza al joven
protagonista de la novela de Newman: 1. ¿Cómo puede algo que no es santo causar
santidad?, 2. “Cuando se dice que la justificación sigue inmediatamente al
Bautismo se dice algo inteligible, que todo el mundo puede comprobar. El
Bautismo es un signo externo inequívoco, mientras que si un hombre tiene ese secreto
sentimiento llamado «fe» nadie más que él puede atestiguarlo y él es parte
interesada. 3. Afirman que la fe lleva consigo su propia evidencia, que una vez que se acepte a
Jesucristo Dios nos dará la fe, que todo lo demás, caridad y/o frutos vendrán
después, pero entonces la falsa fe es muy parecida a la verdadera fe de tal modo que
no hay manera de distinguir una de otra. Los efectos sí. Pero los efectos
implican unas causas. Si la causa lleva a uno a hacer cosas buenas y a otro no,
¿dónde está la diferencia entre una verdadera fe y una falsa fe? De aquí otra frase del libro: "Dos cosas contradictorias no pueden ser ambas verdaderas. Todas las doctrinas no pueden ser igualmente seguras: una es cierta y las otras son falsas." Pág. 65.
"Unas cuantas conclusiones, no muy novedosas,
pero sí importantes, Primera: hay un montón de opiniones distintas sobre los
asuntos más trascendentes de la vida. Segunda: No todas son igualmente
valederas. Tercera: es un deber moral tener opiniones verdaderas. Cuarta: Es
verdaderamente difícil hacerse con esas opiniones verdaderas." Pág. 92.
A aquellos que se dejan llevar por lo expuesto de manera superficial sobre la trascendencia, Newman les dice: “En aguas poco
profundas siempre se ve claro.” Pág. 94.
“… si hay algo que me hace mirar con buenos ojos el Romanismo es
justamente … que alguien de confianza me dijera «Esto es verdad», «Esto no es
verdad» … ¿no te daría una paz enorme saber, con certeza absoluta, lo que hay
que creer sobre Dios, y cómo adorarle y agradarle?” Pág. 138 “… lo que te digo es
que hoy nadie sabe lo que hay que creer ni tiene unas creencias claras más que
los católicos … Nadie dice «Esto es verdad», «Esto es falso», «Esto viene de
los Apóstoles» o «Esto no»." Pág. 139
Termino esta entrada con las palabras del cardenal Caffarra: “La enseñanza del Beato J. H. Newman tiene gran actualidad. Hacia el final de su vida, dijo que el patógeno que
corrompe el sentido religioso y la conciencia moral, es «el principio liberal»,
como él lo llama. Es decir, la creencia de que, con respecto a la adoración que
le debemos a Dios, es irrelevante lo que pensamos de él; la creencia de que
todas las religiones tienen el mismo valor. Newman considera por lo tanto el
principio liberal así entendido como algo completamente contrario a lo que él
llama «el principio dogmático», que es la base de la proposición y la
afirmación cristiana.
Del relativismo religioso al relativismo moral, sólo hay un paso. No hay problema entonces en el hecho de que una religión justifica la poligamia, y otro lo condena. De hecho, supuestamente no existe, por lo tanto, una verdad absoluta acerca de lo que es bueno y lo que es malo."[2]
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[1] Perder y ganar. John Henry Newman. Editorial Encuentro. España. 1992
[2] bajado de http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=27026 el 22 de septiembre de 2017.
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