El siglo pasado se dieron discusiones impropias alrededor de la veracidad de los evangelios. Impropias porque los evangelios no están escritos en orden a verdades inmanentes sino trascendentes. Eran discusiones acerca de la incoherencia entre los cuatro relatos.
Denótese que los evangelios se escribieron años después de ocurridos los hechos. Sería demasiado sospechoso que coincidieran mucho. Sobre todo, porque parten del relato de testigos oculares o personas que escucharon los relatos de testigos oculares. En todo caso, transmitido por predicadores del mensaje de Jesús, no de su biografía. Eran tiempos y culturas basadas en el relato oral y la memoria, así que estaban entrenados en memorizar historias, así que los muchos años transcurridos dan lugar a alteraciones menores, pero sin alterar lo que realmente era importante transmitir.
La comparación de los evangelios es una tarea larga y extensa. Limité el ejercicio al relato de la aprensión, juicio y crucifixión de Jesús y me interesaron mayormente los comentarios anecdóticos, no los sustanciales, que es otro tipo de ejercicio.
Los cuatro narran el momento de la aprensión (Mt 26, Mc 14, Lc 22 y Jn 18). Mateo y Marcos narran que “alguien” de los que acompañaba a Jesús en el huerto de los Olivos, Getsemaní, sacó la espada y agredió a uno de los sirvientes de los sacerdotes que fueron con Judas y los soldados romanos a aprender a Jesús: "Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja." (Mc 14, 47). "En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja." (Mt 26, 51). Sólo, se menciona que los discípulos fueron al huerto, así que hemos de suponer que fue alguno de los apóstoles, pero bien pudo haber sido algún otro discípulo diferente a los doce. En la agresión le cortó la oreja al criado. No dicen que haya quedado separada del cuerpo, sólo que “le llevó la oreja”. Podemos suponer que manó abundante sangre. Juan especifica el nombre del agresor y del sirviente: "Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco". En las narraciones sólo se menciona el nombre de las personas que pueden ser identificadas por parte de los oyentes, así que debemos suponer que Malco con el tiempo se convirtió al cristianismo. Lucas también menciona el nombre del agresor, el apóstol Pedro. También menciona que Jesús, al tiempo que increpaba a Pedro por usar la violencia le sanó la oreja al sirviente: "Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y tocando la oreja le curó" (Lc 22, 51). Tal vez por eso valía la pena mencionar la anécdota. Jesús evitó que los ánimos se alborotaran para lograr que dejaran libres a los discípulos. Un hecho de sangre hubiera sido contraproducente.
En esta misma escena el evangelio según san Marcos narra algo muy anecdótico que, por supuesto, no figura en los otros evangelios: "Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo." (Mc 14, 51-52). Es una escena que no viene al caso, excepto para aquel que la narró. Hemos de suponer que el joven que escapó desnudo era el mismo Marcos.
Durante el juicio, las palabras que pronunció el mismo Jesús para que se diera la condena a muerte fueron las palabras del profeta Daniel (Dn 7, 13): "Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.»" Lo mencionan los tres evangelios sinópticos: (Mt 26, 64; Mc 14, 62; Lc 22, 69)
También los tres mencionan cómo golpeaban a Jesús en casa de Caifás. La profecía de Isaías sobre el juicio y muerte es detallada: "Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos." (Is 50, 6). Una mención del evangelio según san Mateo lo deja a uno perplejo: "Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: «Adivinanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»" (Mt, 26, 67-68). ¿Le golpean y luego preguntan quién te ha golpeado? Parece absurdo. Es un gazapo de redacción de dicho evangelio. Los escritos según san Marcos y san Lucas explican la escena de manera lógica: "Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes." (Mc 14, 65), "y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»" (Lc 22, 64).
Los evangelios relatan que durante el juicio Pedro está afuera, para ver en qué acababa toda aquella situación. Fue en esa circunstancia que se narra la triple negación de Pedro. El evangelio según san Mateo menciona que fueron dos sirvientas las que preguntaban, y luego algunos hombres alrededor del fuego: "Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo.» Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices.» Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazareno.» . Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!». Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!»" (Mt 26, 69-73). ¿Narran lo mismo los otros dos evangelios sinópticos? Veamos a Marcos: "Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret.» Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo. Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.» Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.» Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!»" (Mc 14, 66 – 71) Concuerda bien. En muchas de las escenas los evangelios según san Mateo y san Marcos concuerdan plenamente, como si la fuente que les relató los hechos hubiera sido la misma. Son evangelios que la crítica bíblica ubica en la década de los años 70 del primer siglo. El evangelio según san Lucas supo de los hechos después, por tanto, puede que su fuente fuera distinta: "Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.» Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!» Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «¡Hombre, no lo soy!» Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.» Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aun hablando, cantó un gallo," (Lc 22, 56-60) Dicho evangelio añade un dato que no mencionan los otros: "y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.»" (Lc 22, 61) Tal vez fue el mismo Pedro el que le narró la escena. Tal vez fue un añadido para darle mayor dramatismo a la escena.
La profecía de Isaías sobre el juicio y muerte dice más adelante: "Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca." (Is 53, 7), de tal manera que pareciera se contradice la profecía ante las conversaciones que efectivamente se narra tuvo Jesús en su juicio con Caifás y con Pilato. Pero no hay tal. Si bien contestó un par de veces, los evangelios narran: "Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.»" (Mt 26, 62-63). Fue conjurado en el nombre de Dios a hablar, pero en general callaba. Delante de Pilato, lo mismo: "Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices.» Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilato: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido." (Mt 27, 11-14). Lo que dijo fue en razón a asegurar que se cumpliese su crucifixión, su misión salvífica.
"Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»" (Mc 14, 60-62)
El Evangelio según san Juan pone en boca de Jesús unas palabras adicionales con el propósito de dar enseñanzas, no con el de ser fiel a los sucesos: "El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.»" (Jn 18, 19-21)
"Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?» Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.» Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» "Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él." (Jn 18, 33-38)
Recordemos que el Evangelio según san Juan es el más teológico, escrito muchos años después de los tres sinópticos y que complementa a éstos a partir de la Tradición. La crítica bíblica ubica su escritura en la década de los noventa del siglo primero. La respuesta de Pilato, ¿qué es la verdad? representa al relativismo contemporáneo, el cual probablemente ya estaba presente en los tiempos de san Juan.
Los evangelios según san Mateo y según san Marcos mencionan que los dos ladrones crucificados al lado de Jesús lo insultaban: "De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él." (Mt 27, 44). "¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados." (Mc 15, 32). Pero el evangelio según san Lucas dice: "Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»" (Lc 23, 39-43). Probablemente se narró de esta manera para dar a entender la importancia de acogerse a la misericordia de Dios, no necesariamente corresponde a un hecho verídico. La crítica bíblica ubica la redacción del evangelio según san Lucas en la década de los ochenta del siglo primero.
Los evangelios apócrifos dicen que el nombre del “ladrón” era Dimas. Lo cierto era que si los crucificaban probablemente no era por ladrones sino por algo más grave. Obsérvese que para Pilato la alternativa que tenía para intentar liberar a Jesús de la inquina de los sacerdotes judíos era Barrabás. Tanto el evangelio según san Marcos como el escrito según san Lucas dejan claro que era un asesino: "Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato." (Mc 15, 7) "Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato." (Lc 23, 19).
Se mencionan un par de datos relacionados con la muerte de Jesús que fuera del ámbito de la fe son anecdóticos: "Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona." (Mt 27, 45) Es decir, desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde. También se narra en Mc 15, 33 y en Lc 23, 44. Y: "En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron." (Mt 27, 51). También en Mc 15, 38 y Lc 23, 45. Ambos datos son muy importantes en el contexto de la fe. No serán explicados aquí.
El propio apóstol Pedro, muchos años después, menos impulsivo y más sabio, explica la pasión del Señor: ¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando habéis faltado? Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas. El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados. Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas." (I Pe 2, 20-25)
Blog que incorpora apologética (defensa de la fe), ética en el contexto de la sociedad actual y, en general, formación.
miércoles, 22 de abril de 2020
jueves, 9 de abril de 2020
Ver como Dios ve
Cuando invitamos a almorzar a mi suegro a éste le gusta retarnos. La última vez nos preguntó ¿Y cuál fue el pecado original? Su intención es negarse a nuestras respuestas para crear controversia, lo cual es una manera poco usual de iniciar conversación.
Pero esa pregunta es la que deseo explorar hoy. El relato del Génesis nos enuncia claramente el pecado en las propias palabras de la serpiente: "De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal." (Gn 3, 4-5). El diablo es descrito por Jesús como el padre de la mentira (Jn 8, 44). Pero nunca nos miente limpiamente porque nos daríamos cuenta. Siempre entremezcla la mentira con la verdad para engañarnos. Adán y Eva antes del pecado original veían la creación con los mismos ojos de Dios. Sólo conocían el bien. El engaño de la serpiente fue llevarlos a conocer el mal y a ser esclavizados por éste.
Una vez conocido el mal, nuestra mirada es incapaz de mirar con la misma mirada de Dios. Nacemos inocentes, pero rodeados por personas incapaces de mirar con los mismos ojos de Dios, aprendemos a ver como ellos, y nos perdemos de la alegría de ver la bondad de cada instante de la creación. El camino de conversión es desaprender la mirada del pecado original para aprender a mirar con los ojos de Dios. Y en ese camino necesitamos que Jesús nos unte nuestros ojos espirituales con el barro, y nosotros vayamos donde el “enviado” (Siloé) a lavarnos de esa mundanidad y se nos caigan esas como escamas que nos impiden ver como Dios. (Jn 9, 1-11)
¿Por qué tantas vueltas para retomar una mirada pura? Es para que se manifiesten en nosotros las obras de Dios. (Jn 9, 3)
Pero esa pregunta es la que deseo explorar hoy. El relato del Génesis nos enuncia claramente el pecado en las propias palabras de la serpiente: "De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal." (Gn 3, 4-5). El diablo es descrito por Jesús como el padre de la mentira (Jn 8, 44). Pero nunca nos miente limpiamente porque nos daríamos cuenta. Siempre entremezcla la mentira con la verdad para engañarnos. Adán y Eva antes del pecado original veían la creación con los mismos ojos de Dios. Sólo conocían el bien. El engaño de la serpiente fue llevarlos a conocer el mal y a ser esclavizados por éste.
Una vez conocido el mal, nuestra mirada es incapaz de mirar con la misma mirada de Dios. Nacemos inocentes, pero rodeados por personas incapaces de mirar con los mismos ojos de Dios, aprendemos a ver como ellos, y nos perdemos de la alegría de ver la bondad de cada instante de la creación. El camino de conversión es desaprender la mirada del pecado original para aprender a mirar con los ojos de Dios. Y en ese camino necesitamos que Jesús nos unte nuestros ojos espirituales con el barro, y nosotros vayamos donde el “enviado” (Siloé) a lavarnos de esa mundanidad y se nos caigan esas como escamas que nos impiden ver como Dios. (Jn 9, 1-11)
¿Por qué tantas vueltas para retomar una mirada pura? Es para que se manifiesten en nosotros las obras de Dios. (Jn 9, 3)
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