martes, 17 de enero de 2017

Las ofensas a la castidad

La introducción al blog especifica que comprende, entre otras, "ética en el contexto actual". Encuentro que además de hablar de cuestiones de derechos humanos, trato mucho el tema de la sexualidad. Pero no es de extrañar. Estamos en una sociedad que vende el sexo como sinónimo de felicidad. Bien nos advierte Pedro en I Pe 5,8 que Satanás es como león rugiente buscando devorar a su presa y Jesús en Jn 8,44 lo define como el padre de la mentira.

Lo que vende el mundo son ofensas a la castidad, o dicho de otra manera impureza. ¿Por qué es importante para Satanás la impureza? Lo cierto es que no es posible ver a través de agua turbia. Y en cuestiones espirituales no es posible ver el amor de Dios a través de la impureza. Una vez eres impuro, no te será claro el bien y el mal y quedas en manos del mundo y sus tentaciones, sin entender por qué te hacen mal.

Transcribo los numerales correspondientes a las ofensas a la castidad del Catecismo de la Iglesia Católica:

2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.

2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. “Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”. “El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de “la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 9).
Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral.

2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.

2354 La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.

2355 La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). La prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.

2356 La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.

Algunas aclaraciones:

Desordenado significa que no está bajo el dominio (las órdenes) de uno mismo.

Venéreo significa "relativo o concerniente al place sexual".

De la masturbación, muchos nos justificamos diciendo que no le hacemos daño a nadie, no obstante, el daño es amplio y duradero. La venérea masturbación requiere de la fantasía sexual, por eso masturbación y pornografía van juntas. Dicha fantasía lleva a exigir de la pareja real comportamientos irreales, generando disconformidades que atentan contra el verdadero significado del amor y la sexualidad como entrega mutua (don de sí a la pareja). Los psicólogos dicen que alrededor del 70% de las separaciones matrimoniales tienen asociada la pornografía. Un camino cierto para llegar a la incapacidad de crear y mantener relaciones estables de pareja son estas ofensas contra la castidad. Por el contrario, si buscas una relación estable y feliz, evita a toda costa la pornografía y la consecuente masturbación. Sólo Dios es capaz de borrar las imágenes pornográficas impresas profundamente en la mente. Obsérvese que ambas ofensas las califica el Catecismo de 'graves'.

De la lujuria y la fornicación ya se ha hablado abundantemente en otras entradas.

La prostitución y la violación van mucho más allá de un pecado sexual comprendiendo en realidad un abanico completo de pecados.

martes, 10 de enero de 2017

Sexualidad, voluntad y derechos

Algunas frases sobre el tema:

Sobre la sexualidad y la voluntad.

“… los hombres, despreciando cosas mejores y dudando acerca de su percepción, prefirieron buscar lo más cercano a ellos, y lo más cercano a ellos era su propio cuerpo y sus sentidos … más cuando, instigados por la serpiente, se apartaron de la consideración de Dios y comenzaron a considerarse a sí mismos, entonces fue cuando cayeron en el deseo del cuerpo y se dieron cuenta de que estaban desnudos.” San Atanasio de Alejandría en “Contra los paganos”

Esto depende ante todo de la constitución del ser humano, que está compuesto de cuerpo y alma. El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima; el desafío del eros puede considerarse superado cuando se logra esta unificación. Si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el cuerpo y por tanto a la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza. Dios es Amor. Benedicto XVI.

Ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor – el eros- puede madurar hasta su verdadera grandeza. Dios es Amor. Benedicto XVI.

Hace falta una purificación y maduración, que incluyen también la renuncia. Esto no es rechazar el eros ni “envenenarlo”, sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza. Dios es Amor. Benedicto XVI.

Dios todopoderoso… concedió al alma irracional memoria, sentidos y apetito, y a la racional, además de éstas cualidades, espíritu, inteligencia y voluntad. San Agustín. La Ciudad de Dios.

Precisamente por esto, por ser diferente, se erije en juez de los sentidos, y lo que aquellos perciben, ésta lo discierne y lo recuerda, y les indica lo que es mejor. Pues lo propio del ojo es ver, y de los oídos oir, y de la boca gustar, y de la nariz percibir olores … pero lo que hay que ver y oír, lo que hay que tocar, gustar y oler, no le toca a los sentidos discernirlo, sino al alma y a la mente que hay en ella. San Atanasio de Alejandría en “Contra los paganos”.

El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, ni sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. “El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará” (Lc 17, 33). Dios es Amor. Benedicto XVI.

La unión de los cuerpos ha sido siempre el lenguaje más fuerte con el que dos seres pueden comunicarse entre sí. Y por eso mismo, un lenguaje semejante, que afecta al misterio sagrado del hombre y de la mujer, exige que no se realicen jamás los gestos del amor sin que se aseguren las condiciones de una posesión total y definitiva de la pareja, y que la decisión sea tomada públicamente mediante el matrimonio. Carta apostólica sobre La Vocación. Juan Pablo II. 

Sobre los Derechos Humanos

Existe precisamente un cierto número de derechos que la sociedad no está en condiciones de conceder porque esos derechos son anteriores a la sociedad; sin embargo, la sociedad tiene la función de preservarlos y hacerlos cumplir. Estos son algunos de los que hoy son llamados “derechos humanos”, y que nuestra época se jacta de haber formulado. Evangelium Vitae. Juan Pablo II.

El primer derecho de la persona humana es su vida. Ella tiene otros bienes, y algunos son más preciosos, pero éste es fundamental, condición de todos los otros. Por lo tanto, debe ser protegido por encima de todos los demás. No pertenece a la sociedad, ni pertenece a la autoridad pública, en ninguna forma, el reconocer este derecho para unos y no para otros. No es el reconocimiento por parte de otros que constituye este derecho. Este derecho es algo anterior a su reconocimiento; exige reconocimiento, y es absolutamente injusto negarlo. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, la instrucción “On procurado Aborto”, 18 de noviembre de 1974, nn 10-13, en la Justicia Social Review, noviembre de 1974, p. 207.

lunes, 2 de enero de 2017

Cine y sociedad

En estos días se estrena con gran expectativa la película “Silencio” de Martin Scorsese. Se trata de la traducción a la pantalla grande de una novela basada en hechos históricos escrita por un autor japonés: Shusako Endo. Se ha publicitado como una superproducción, y probablemente lo sea, pero en el ámbito católico ha creado gran expectativa por cuanto trata del proceso de evangelización llevado a cabo por los jesuitas en Japón en los siglos XVI y XVII y lleva a pensar en san Francisco Xavier.

Pero la película no trata del santo, ni de la santidad, ni de la gracia que se requiere para evangelizar y mantenerse fiel aún en la persecución. Por el contrario, protagoniza la historia un jesuita que apostata por el temor a ser torturado. Los protagonistas secundarios son miles de japoneses, que con una formación mucho más superficial mueren cruelmente torturados por no abdicar de su fe. Este punto hace mucho más impactante la apostasía del primero.

Junto al sacerdote, otro protagonista es un atormentado japonés cuya familia entera había sido sacrificada por sostenerse en su fe. El sobrevivió al abjurar. De hecho abjura una y otra vez, y cada vez se confiesa de ese pecado, reconociendo que su debilidad le impide no apostatar ante la amenaza. Es un recurso para anticiparnos el estado de ánimo del sacerdote. Es el tema central, la debilidad de la fe del ser humano al enfrentarse al dolor, el propio o el ajeno.

La película finaliza con el sacerdote viviendo cómodamente como filósofo, sostenido por el Estado, aunque se insinúa que en realidad sigue creyendo, pero para sí mismo.

Mons. Robert Barron, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles, hace aquí un comentario sobre la película. Rescato de su escrito que la película muestra la clase de cristianismo del que la cultura actual tiene preferencia: uno que expresa su fe en privado, de manera escondida e inofensiva.

Me vienen cuatro ideas a la cabeza: 1. Quien niegue a Jesús ante los hombres será negado por Jesús ante Dios. Frase fuerte del mismo Jesús, y que viene al caso. Cristiano es el que sigue a Cristo y Él entregó su vida muriendo crucificado en un madero, tratado como criminal. Podría la película tratar sobre el miedo que todos tenemos a ser martirizados por defender nuestra fe, pero entonces debería explicar cómo esa fidelidad es don de Dios y no cualidad del hombre, pero no lo hace. 2. Los laicos sumamos, pero los sacerdotes multiplican. Es impactante e importante que tantos cristianos nipones anónimos hayan muerto martirizados por defender su fe. Podría tratar la película sobre la opresión de los gobernantes y príncipes de este mundo, de la injusticia y de cómo el mensaje cristiano es una esperanza para salir de tal estado. Pero sólo resalta cómo los tiranos se salieron con la suya en el Japón del siglo XVII. 3. El título de la película hace referencia a que en medio de sus temores y circunstancias, el jesuita no oye la voz de Dios. Hay una intensa lucha espiritual dentro de esa alma. Podría la película explorar cómo el silencio de Dios es parte del crisol en que se depura nuestra fe. Pero no lo hace. 4. Los samurais exponen que consideran peligrosa la fe cristiana y que por eso la persiguen. La película en ningún momento reflexiona acerca del por qué. Recordemos que era una sociedad feudal que consideraba a los seres humanos como propiedad de la que se podía disponer como se quisiera. El mensaje de esperanza y dignidad cristianas eran la fuente del peligro.

Una escena fundamental es la conversación entre un sacerdote que ya ha apostatado y otro que se niega a hacerlo. El primero, haciendo referencia a lo dura que es la vida en Japón, dice: "Encontramos nuestra naturaleza humana en Japón, tal vez eso sea encontrar a Dios". Ahí esta el punto clave: toda la película se queda en lo humano. No hace presencia la Gracia.

Los medios de comunicación ponderan positivamente la película y resaltan que sea una película de contenido católico, dando a entender que es un tema vigente y pertinente, y que tiene una visión de muchas aristas que dará para filosofar durante mucho tiempo.

Desde un punto de vista de fe, la película poco ayuda. No sugiero que no la vean, pero sí sugiero que la motivación no sea el contenido de fe, porque la voz del mundo es la que se resalta en la película, no la de Dios. Me asalta a la mente un escena del Evangelio: "!Apártate de mi Satanás¡ Piensas como los hombres, no como Dios".

Las decisiones que tomamos sobre lo correcto e incorrecto es un tema personal, pero en los cristianos está iluminada por una ética basada en una concepción antropológica personalista y una filosofía realista que propende por la dignidad de la persona humana y la libertad de conciencia. Toda actuación de los poderes públicos o de la sociedad civil que atente contra dichos principios debe ser denunciada y expuesta a la luz. Esa es la posición que incomoda a la cultura actual y esos valores de coraje y claridad basados en la Verdad son los que deberían mostrar los medios de comunicación como el cine.