jueves, 29 de agosto de 2019

¿Ignorancia o acomodación?

En un equipo de trabajo en el que nos reunimos una mañana a la semana, y que trata de ser muy enfocado para no alargar la reunión, se han colado de vez en cuando comentarios desobligantes hacia los curas y hacia la Iglesia Católica. Suelo quedarme callado para no entrar en controversias, pero ante la insistencia de la aparición de tales comentarios, hice una pregunta. Se la dirigí a la jefa del grupo: ¿Por qué tanto disgusto hacia la Iglesia Católica? La respuesta fue dada sin prevención: - No tengo ningún malestar hacia la Iglesia Católica. De hecho, soy católica bautizada, sólo que no practicante. Voy a misa, pero no todos los domingos, sino cuando lo creo conveniente y por supuesto no me confieso.-

La respuesta me dejó frío. ¿Cómo puede alguien realizar comentarios en contra de la Iglesia y decir sin ningún reparo que es católico y que no va a misa sino cuando le parece bien? Es ignorancia total o acomodación a la propia conveniencia.

El sentimiento de estupor me ha durado varias semanas.

Pero el Evangelio me invita a no ver la paja ajena sino la viga propia. Debo preguntarme de qué maneras soy acomodaticio e ignorante. De muchas.

Las lecturas litúrgicas del domingo me han dado algunas respuestas: "Habéis echado en olvido la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él. Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge. Sufrís para corrección vuestra. Como a hijos os trata Dios, y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige?" "Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por tanto, levantad las manos caídas y las rodillas entumecidas y enderezad para vuestros pies los caminos tortuosos, para que el cojo no se descoyunte, sino que más bien se cure." Hb 12, 5-7, 11-13

Y en el Evangelio, "Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.»" Lc 13, 22-30

Claramente el mensaje es sobre la necesidad de cultivar la voluntad y las virtudes y de cómo no basta con creerse cristiano. Como dice un sacerdote que nos acompaña en la parroquia los días ordinarios, - Ser cristiano es fácil, basta con el Bautismo. Lo difícil es parecerlo. –

Como conclusión, reflexión personal. Como esperanza, la oración colecta del correspondiente domingo:

Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que mandas y desear lo que prometes, para que en medio de las inconstancias del mundo, permanezcan firmes nuestros corazones en las verdaderas alegrías. Por Jesucristo nuestro Señor, Tu hijo, quien vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Así sea.

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