Para un ser humano de fe, todo se mira con los ojos de la fe. Hoy quisiera conectar temas aparentemente disímiles: política, corrupción e ideología de género.
Para empezar el tema debo hacer referencia a dos agrupaciones muy comunes en todo país, y que en el imaginario colectivo se asocian con el capitalismo unos y con el socialismo otros: gremios económicos y gremios de trabajadores.
Los gremios económicos actúan igual que los gremios de trabajadores: una vez ganado un beneficio, ya no lo agradecen, sino que lo asumen como derecho y empiezan a exigirlo.
En específico, hablemos de los beneficios legales que se establecen en las reglas de juego de un sistema económico como resultado de una coyuntura específica. Reglas de juego que denominamos leyes. Emanan del Congreso, en donde personas, elegidas por los ciudadanos, discuten propuestas y mediante un trámite afinan el contenido de las mismas en pro del beneficio de la sociedad, es decir, de los ciudadanos y su convivencia pacífica, y que finalmente se promulgan como de obligatorio cumplimiento.
Si un gremio empresarial o de trabajadores siente que las reglas de juego van a cambiar para desmontar un beneficio sobre su gremio, empiezan a presionar a los legisladores para que no se desmonte el mismo. Se llama cabildeo o lobby. Su origen es permitir que los afectados hagan oír sus voces y pongan sobre la mesa consideraciones que a lo mejor no se habían tenido en cuenta. Pero el ser humano tiende a tener una visión limitada y cree firmemente que lo que tiene no lo debe dejar perder. Si el gremio es grande, tiene poder económico y hace uso de él, presionando a los legisladores, pagándoles si lo consideran necesario, para que no desmonten el sistema de beneficios, así las circunstancias del país, o la región, o el sector económico hayan cambiado y dicho beneficio ya no sea provechoso para el bienestar general sino sólo para el de dicho grupo. Sólo dos ejemplos: exenciones tributarias para las empresas de cierto sector económico, sistemas pensionales especiales para cierto gremio de trabajadores.
El sistema sindical y empresarial premia a aquellos directivos o representantes que logran mantener sus beneficios, u obtener adicionales. Son sistemas viciosos. Es de prever que el sistema político tienda a corromperse ante los embates del sistema económico y por ello se crean contrapesos para desestimular la corrupción: la independencia de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial, y la creación de organismos de control. Pero si el poder económico de unos pocos crece, también crece su poder político y su capacidad para lograr presionar no sólo en un eslabón de la cadena, sino en varios eslabones simultáneamente.
Colombia estuvo sometido durante varias décadas a la visión mafiosa de los narcotraficantes, dicha visión fue una expresión exagerada de la visión facilista del inmoral, aquel que busca maximizar el beneficio propio minimizando el trabajo, explotando sin consideraciones la debilidad y la honestidad de los que se encuentran a su alrededor. Bajo dicha visión, la sociedad se acostumbra a premiar a los que parece poseen dinero. El inmoral logra escalar socialmente y salir de la pobreza material. El ciudadano que carece de bienestar material y espiritual, que quiere ser parte de ese espejismo de éxito tiene dos opciones, o volverse traficante de algo, o colocarse en puestos de poder administrativo que tengan que ser tocados por el poder económico para defender sus intereses. Ya no solo buscan los puestos de servidor público para garantizar su estabilidad laboral y su futura pensión (al menos hasta hace poco). Los mejores representantes de esa opción son los políticos que acceden, ya sea al poder ejecutivo, ya sea al legislativo, a veces alternando entre uno y otro, porque adicional a su abultado sueldo y prestaciones, tienen poder de veto o de propuestas, y pueden pedir contraprestación a la acomodación de su visión a la del mejor postor.
Pero el panorama económico mundial ha cambiado. Las empresas grandes se fusionan generando monstruos empresariales con un poder incalculable. Y la corrupción ya no es a nivel de organismos regionales, ya no sólo afecta entidades del orden nacional, sino también a los organismos internacionales.
Una vez establecida la corrupción en el poder ejecutivo y legislativo, se empiezan a minar los poderes judiciales y de control.
Es inmoral la visión del escalamiento social a costa del traficar. Es inmoral la visión de lucrarse de subvenciones, beneficios fiscales o prestacionales. Es inmoral sobornar al servidor público para que se convierta en servidor de intereses particulares. Es inmoral premiar socialmente a aquellos que gozan de bienes materiales sin mediar otro tipo de consideraciones.
Una pregunta que me realizan mucho cuando hablo de la ideología de género es - ¿Pero quién está interesado en financiar una ideología absurda y destructiva como esa, fuera de la minoría que se siente identificada con sus preceptos?
Hay tres intereses entremezclados de gran poder: los gremios económicos que se nutren de sus frutos, los ingenieros sociales, y las mafias de la corrupción. No puedo dejar de añadir algo sobre los ingenieros sociales. Hace referencia a aquellos que dicen amar a la humanidad, pero que desprecian a los individuos. Apoyan procesos sociales y culturales que limiten el crecimiento de los que consideran indeseables, por temor a la escasez de recursos, a revueltas sociales, a la pobreza, a sus propios fantasmas… Los procesos sociales y culturales que actualmente apoyan son el aborto, la eutanasia y la ideología de género. Las tres limitan el crecimiento de la población. La degradación moral asociada es un costo que piensan no les va a afectar.
Quienes presionan su implantación en las leyes nacionales son los oficiales de los organismos internacionales, en contravía a los mandatos de la Asamblea General de la ONU. Los que la financian son los dueños de las multinacionales que se lucran con las actividades asociadas a dicha industria de la muerte y quienes corrompen son las mafias que actúan de intermediarias.
¿Quién se opone? La Iglesia.
El 15 de junio de 2017 el Papa Francisco citó al teólogo francés, Henri de Lubac que decía: “el peligro más grande es la mundanidad espiritual, que es la corrupción, y que es más desastrosa que la infame lepra”. Para el Papa la corrupción es “el lenguaje de las mafias y de las organizaciones criminales en el mundo” y sostiene que el corrupto “olvida pedir perdón porque está sacio y lleno de sí”. Y añadió que “la corrupción es la peor plaga social porque genera gravísimos problemas y crímenes que implican a todos”. Son palabras escritas en la introducción de la obra “Corrosión”, la cual fue escrita por el cardenal ghanés Peter Tuckson, prefecto del nuevo Dicasterio del Desarrollo Humano Integral, en conjunto con el filósofo y miembro de esa institución vaticana Vittorio Alberti.
Y cito las palabras del Papa Francisco porque la religión, cualquiera que se quiera denominar así, es decir, cualquier conjunto de normas destinadas a religar al ser humano con Dios, es fuente de enseñanzas morales y espirituales para combatir la corrupción de la política y la destrucción del bienestar común.
Los corruptos le temen a la religión porque los ricos espirituales no se dejan deslumbrar por la riqueza material. En la jerarquía y en el pueblo de Dios puede haber manzanas corruptas, pero el núcleo de la religión es la riqueza espiritual y por eso subsiste en medio de los medios más corrompidos.
Los ojos de la fe observan una combate espiritual en donde aquellos que se han dejado engañar por el padre de la mentira, el que ofrece los espejismo de la riqueza, el poder o el hedonismo, atacan a los humildes, los honestos, los débiles, aquellos que precisamente son los predilectos de Dios. La mentira los ha convencido de que algo ganarán. Lo cierto es que ya han perdido. Por ahora, la paz en el corazón, la inocencia, la alegría y en el futuro: se juegan la vida eterna.
Blog que incorpora apologética (defensa de la fe), ética en el contexto de la sociedad actual y, en general, formación.
sábado, 27 de enero de 2018
Política, corrupción e ideología de género
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lunes, 15 de enero de 2018
Inmaculada Concepción
En la entrada en que explico en qué consiste la veneración que por María sentimos los católicos escribo acerca de la Inmaculada Concepción de María. Esto quiere decir que la Virgen María nació sin el Pecado Original con el que nacemos todos los seres humanos por herencia.
Desde inicios de la Iglesia el pueblo de Dios creía que María había nacido sin pecado original[1]. Pero los Teólogos, en general, consideraban que María había nacido con el Pecado Original. En el siglo XIII hubo un hombre, perteneciente a la orden monástica de los Franciscanos, nacido en la ciudad de Duns de Escocia, pastor de origen, pero profesor universitario por formación, que afirmaba lo contrario. He aquí la argumentación de los Teólogos en general y luego la de este sútil franciscano: Juan Duns de Escocia[2].
1.El Génesis expresa entre las diversas consecuencias del pecado original "A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.» Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida»." (Gn 3, 16-17) Y María sintió en vida las penas comunes a la naturaleza humana: el dolor, las penas y la fatiga, por tanto, ella tenía que haber heredado el Pecado Original. 2. Además, ella era fruto de una relación entre un hombre y una mujer, ambos herederos del Pecado Original, y por tanto le confirieron en herencia dicho Pecado.
Juan Duns responde que la Virgen María siempre ha estado libre de pecado desde el momento de su concepción, pero no hubiera sido así si no hubiera sido preservada del Pecado Original. Tres razones por las que pudo haberlo sido: 1. La omnipotencia de Dios. Dios puede, además de sanar los pecados, prevenirlos. Si Dios perdonara los pecados, pero no los previniera, no obraría de un modo perfecto. Pero si además de sanar del pecado lo previniera, habría obrado de manera perfecta. Basta con que lo hiciera sobre un único hijo de Adán. 2. Jesús es perfecto mediador. Por medio de Jesús nos son perdonados los pecados, entre ellos el Pecado Original. El resultado del pecado no es sólo privarnos de tener la visión beatífica de Dios en el Paraíso, sino que el pecado mismo es un gran castigo. Pero si Jesús es un reconciliador, al menos una persona debía ser preservada del Pecado Original para que se pueda decir que es reconciliador perfecto. 3. La santidad. Para presentarnos ante Dios, hemos de obtener el sumo bien de la Inocencia, no por mérito propio sino por mérito de Jesús. Inocencia de la culpa contraída o por contraer. Pero nadie puede tener a Jesús como sumo mediador si no hubiese preservado al menos a un ser humano inocente de un pecado por contraer, este es, el que se recibe por herencia: el Pecado Original.
La misericordia perdona las penas inútiles, pero deja expuesto al ser humano a las penas que le son útiles. El Pecado Original hubiera sido nocivo para María, mientras que las penas temporales le habrían sido útiles para meditar sobre los misterios de Dios, tal como efectivamente nos lo testimonian las escrituras. Ella soportó las penas de esta vida de manera ejemplar, haciéndose merecedora del amor de Dios. Así que sus penas y fatigas no excluyen que haya sido preservada del Pecado Original.
Si alguien es concebido sin el Pecado Original, no es por mérito propio, sino por gracia de Dios. La concepción fruto de un acto sexual por parte de un hombre y una mujer no está exento de la presencia de Dios, por el contrario, Dios se hace presente en dicho acto en el que el ser humano participa del acto creador de Dios. E igual que la gracia que limpia del Pecado Original se puede conferir luego de la concepción, Dios la puede conferir antes de la concepción.
Esta argumentación daba bases para que los teólogos meditaran y oraran acerca del sensus fidei, el sentido de la fé que tenía el pueblo de Dios. No fue sino hasta el siglo XIX que el Magisterio de la Iglesia lo volvió parte del cuerpo de la doctrina[3].
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[1] Por ejemplo, ya el concilio de Trento al promulgar el decreto dogmático del pecado original, por el cual estableció y definió, conforme a los testimonios de las sagradas Escrituras y de los Santos Padres y de anteriores concilios, que los hombres nacen manchados por la culpa original, sin embargo, solemnemente declaró que no era su intención incluir a la santa Virgen Madre de Dios en el decreto mismo y en una definición tan amplia.
[2] La argumentación es una actualización divulgativa basada en la película Duns Scoto.
[3] Carta apostólica del papa Pío IX en la que declara el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, promulgada el 8 de diciembre de 1854.
Desde inicios de la Iglesia el pueblo de Dios creía que María había nacido sin pecado original[1]. Pero los Teólogos, en general, consideraban que María había nacido con el Pecado Original. En el siglo XIII hubo un hombre, perteneciente a la orden monástica de los Franciscanos, nacido en la ciudad de Duns de Escocia, pastor de origen, pero profesor universitario por formación, que afirmaba lo contrario. He aquí la argumentación de los Teólogos en general y luego la de este sútil franciscano: Juan Duns de Escocia[2].
1.El Génesis expresa entre las diversas consecuencias del pecado original "A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.» Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida»." (Gn 3, 16-17) Y María sintió en vida las penas comunes a la naturaleza humana: el dolor, las penas y la fatiga, por tanto, ella tenía que haber heredado el Pecado Original. 2. Además, ella era fruto de una relación entre un hombre y una mujer, ambos herederos del Pecado Original, y por tanto le confirieron en herencia dicho Pecado.
Juan Duns responde que la Virgen María siempre ha estado libre de pecado desde el momento de su concepción, pero no hubiera sido así si no hubiera sido preservada del Pecado Original. Tres razones por las que pudo haberlo sido: 1. La omnipotencia de Dios. Dios puede, además de sanar los pecados, prevenirlos. Si Dios perdonara los pecados, pero no los previniera, no obraría de un modo perfecto. Pero si además de sanar del pecado lo previniera, habría obrado de manera perfecta. Basta con que lo hiciera sobre un único hijo de Adán. 2. Jesús es perfecto mediador. Por medio de Jesús nos son perdonados los pecados, entre ellos el Pecado Original. El resultado del pecado no es sólo privarnos de tener la visión beatífica de Dios en el Paraíso, sino que el pecado mismo es un gran castigo. Pero si Jesús es un reconciliador, al menos una persona debía ser preservada del Pecado Original para que se pueda decir que es reconciliador perfecto. 3. La santidad. Para presentarnos ante Dios, hemos de obtener el sumo bien de la Inocencia, no por mérito propio sino por mérito de Jesús. Inocencia de la culpa contraída o por contraer. Pero nadie puede tener a Jesús como sumo mediador si no hubiese preservado al menos a un ser humano inocente de un pecado por contraer, este es, el que se recibe por herencia: el Pecado Original.
La misericordia perdona las penas inútiles, pero deja expuesto al ser humano a las penas que le son útiles. El Pecado Original hubiera sido nocivo para María, mientras que las penas temporales le habrían sido útiles para meditar sobre los misterios de Dios, tal como efectivamente nos lo testimonian las escrituras. Ella soportó las penas de esta vida de manera ejemplar, haciéndose merecedora del amor de Dios. Así que sus penas y fatigas no excluyen que haya sido preservada del Pecado Original.
Si alguien es concebido sin el Pecado Original, no es por mérito propio, sino por gracia de Dios. La concepción fruto de un acto sexual por parte de un hombre y una mujer no está exento de la presencia de Dios, por el contrario, Dios se hace presente en dicho acto en el que el ser humano participa del acto creador de Dios. E igual que la gracia que limpia del Pecado Original se puede conferir luego de la concepción, Dios la puede conferir antes de la concepción.
Esta argumentación daba bases para que los teólogos meditaran y oraran acerca del sensus fidei, el sentido de la fé que tenía el pueblo de Dios. No fue sino hasta el siglo XIX que el Magisterio de la Iglesia lo volvió parte del cuerpo de la doctrina[3].
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[1] Por ejemplo, ya el concilio de Trento al promulgar el decreto dogmático del pecado original, por el cual estableció y definió, conforme a los testimonios de las sagradas Escrituras y de los Santos Padres y de anteriores concilios, que los hombres nacen manchados por la culpa original, sin embargo, solemnemente declaró que no era su intención incluir a la santa Virgen Madre de Dios en el decreto mismo y en una definición tan amplia.
[2] La argumentación es una actualización divulgativa basada en la película Duns Scoto.
[3] Carta apostólica del papa Pío IX en la que declara el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, promulgada el 8 de diciembre de 1854.
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miércoles, 3 de enero de 2018
Dios Hijo
Una amiga de juventud de mi esposa está casada con un musulmán. Viven ahora al norte de África, en el país de origen de él. Dos personas estupendas a las que estimamos mucho. Esta Navidad vino ella a visitarnos junto a sus tres hijos. El mayor tiene ocho años. Sentí una gran afinidad con él.
La importancia de la anécdota es que este chico se sintió muy impactado de estar en un país donde la mayoría de la población es cristiana. Y la musulmana prácticamente inexistente. Su corazón se llenó de sanos cuestionamientos. Ha sido educado en la fe musulmana y quiere entender por qué tanta gente es cristiana, qué significa eso para su fe (la personal) y como cimentar mejor su fe ante tales preguntas. Me recordó la honesta búsqueda de la verdad por parte de San Agustín y lo angustioso de esa búsqueda como bien la describe Newman en Apologia pro vita sua.
No voy a escribir de sus inquietudes, las cuales espero que siga teniendo y buscándoles respuesta, en el respeto y la honestidad. Pero sí deseo escribir de un punto de los muchos que aprendí acerca del islamismo. Una manera en la que cuestionan el cristianismo es preguntando ¿por qué consideran los cristianos a Jesús como Dios Hijo si él, Jesús, el profeta, jamás dijo de sí mismo tal cosa? Pregunta retórica, porque no espera respuesta, sino que es una manera de cuestionar la racionalidad de la fe cristiana. Saben que en los Evangelios no se encontrará una referencia explícita en la que Jesús diga «Yo soy Dios Hijo.» Pero indica que es factible responderles lo cuestionado tomando los Evangelios como fuente para la respuesta, de otra manera no tendría sentido la pregunta[1].
¿Qué dijo Jesús de sí mismo en los Evangelios? Yo soy: “«Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.»” (Jn 8, 24) "Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo.»” (Jn 8, 28) "Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.»" (Jn 8, 58) y "«Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.»". (Jn 13, 19); “«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»” (Jn 14, 6-7): "Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»" (Jn 11, 25-26); "Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»" (Jn 8, 12); "«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.»" (Jn 10, 11) "Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.»" (Jn 10, 7) "«Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto»" (Jn 10, 9); "«Yo soy el pan de la vida.»" (Jn 6, 48) y "Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.»" (Jn 6, 35); "«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.»" (Jn 15, 1); "Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»" (Jn 18, 37). Hasta ahora, sólo referencia al Evangelio según San Juan.
Hay una referencia importante en el evangelio según San Marcos: "Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»" (Mc 14, 61-62).
Consecuencia de estas afirmaciones acerca de sí mismo.
Yo soy es el nombre que Dios se dio a sí mismo cuando Moisés, el patriarca que representa la Ley, le preguntó por su nombre (Ex 3, 13-14). Eso era claro para todo judío de los tiempos de Jesús. Es claro para todo cristiano hasta el día de hoy. Y debería ser claro para aquellos que tienen por revelado por Dios el libro del Éxodo. Esto significa que sí se dio a si mismo una referencia relativa al Dios Único y Todopoderoso que no tiene ni principio ni fin porque siempre Es. Y también dejó claro que Él existía desde antes de Abraham, el patriarca de la fé y quien dió inicio al pueblo de Dios. Y también estableció que en Él está la vida eterna. Por tanto, estableció claramente que es eterno desde siempre y para siempre, atributo que sólo el Dios Único y Todopoderoso tiene.
Pero añade más. «Nadie va al Padre si no es por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre». Cuando Jesús habla de su padre, un lugar común es decir que todos somos hijos de Dios, pero Jesús no dice “nuestro Padre”. Habla de Dios como de Su padre en exclusiva. Pero es más explícito al responderle al Sumo Sacerdote que sí es el Hijo del Bendito, respuesta que sabía le acarrearía la muerte.
Por tanto, sí dijo de si mismo que era Dios y que era Hijo de Dios. Consecuencia: es Dios Hijo.
¿Cómo así que el Dios Único y Todopoderoso es al menos dos? Es otro punto incomprensible para los musulmanes. Las Sagradas Escrituras nos explican que el Dios Único y Todopoderoso es trinitario: tres personas en una sola naturaleza. Hemos de confesar que los católicos lo llamamos misterio. Para los cristianos es un hecho, así no sea comprensible para nuestro intelecto.
Es un hecho en el que debemos vernos reflejados. Dios no es un ser solitario. Es un Dios comunidad de amor. Y los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza suya. Por eso somos sexuados y necesitamos crear comunidades de amor. El del esposo por su esposa y el de la esposa por su esposo. Y de ese mutuo amor surgen los hijos, de igual forma que del amor del Padre y el Hijo se engendra, no se crea, el Espíritu Santo.
Pero el asunto tiene un mayor fondo. Los cristianos no nos consideramos hijos de Dios por merecimiento propio, sino por bondad de Dios Padre, por intermediación de Dios Hijo y por acción del Espíritu Santo. Me explico. No es posible que el ser humano en su humanidad obtenga la dignidad de heredero del reino de Dios sin la mediación de Dios que se hace humano para unir en sí a la frágil y corruptible humanidad y a la sublime divinidad en una sola naturaleza. Dios, totalmente divino, debía hacerse totalmente humano, simultáneamente, para reconciliar dos naturalezas irreconciliables. Sólo mediante este incomparable acto de amor es posible que podamos llamar a Dios padre nuestro. ¿Cómo es posible que Dios se abaje hasta el punto de hacerse un ser humano? Muchos se niegan a tal concepción. Esta es nuestra principal y fundamental diferencia con los musulmanes. Los cristianos sí creemos que Dios se abajó y se hizo hombre.
Los musulmanes también creen que Jesús no fue crucificado, y mucho menos que murió en la cruz. Que era el plan de los enemigos de Jesús el crucificarlo, pero Dios lo salvó y lo elevó hacia Sí antes de que muriera[2]. Tal concepción va en contra de toda la fe cristiana. Si el verdadero Dios y verdadero hombre no muere de manera verdadera, no hay cordero expiatorio. No hay Pascua. No hay liberación de la esclavitud. No hay entrega voluntaria del Hijo, ni muestra absoluta de Amor por parte del Padre. No hay Redención de la naturaleza humana por parte del único sacrificio que es realmente valioso. Y no tiene sentido la historia de la salvación consignada en el Antiguo Testamento.
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[1] La respuesta dada es válida en términos de la pregunta, no obstante, en el propio Corán se lee que Jesucristo habría negado enfáticamente Su propia divinidad (Corán 5:116), por lo que en términos generales, no puede haber diálogo sobre dicho punto si se considera el Corán como la última palabra. (Tomado de http://www.conocereislaverdad.org/JPIIyelIslam.htm)
[2] Tomado de https://www.islam-guide.com/es/ch3-10.htm
La importancia de la anécdota es que este chico se sintió muy impactado de estar en un país donde la mayoría de la población es cristiana. Y la musulmana prácticamente inexistente. Su corazón se llenó de sanos cuestionamientos. Ha sido educado en la fe musulmana y quiere entender por qué tanta gente es cristiana, qué significa eso para su fe (la personal) y como cimentar mejor su fe ante tales preguntas. Me recordó la honesta búsqueda de la verdad por parte de San Agustín y lo angustioso de esa búsqueda como bien la describe Newman en Apologia pro vita sua.
No voy a escribir de sus inquietudes, las cuales espero que siga teniendo y buscándoles respuesta, en el respeto y la honestidad. Pero sí deseo escribir de un punto de los muchos que aprendí acerca del islamismo. Una manera en la que cuestionan el cristianismo es preguntando ¿por qué consideran los cristianos a Jesús como Dios Hijo si él, Jesús, el profeta, jamás dijo de sí mismo tal cosa? Pregunta retórica, porque no espera respuesta, sino que es una manera de cuestionar la racionalidad de la fe cristiana. Saben que en los Evangelios no se encontrará una referencia explícita en la que Jesús diga «Yo soy Dios Hijo.» Pero indica que es factible responderles lo cuestionado tomando los Evangelios como fuente para la respuesta, de otra manera no tendría sentido la pregunta[1].
¿Qué dijo Jesús de sí mismo en los Evangelios? Yo soy: “«Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.»” (Jn 8, 24) "Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo.»” (Jn 8, 28) "Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.»" (Jn 8, 58) y "«Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.»". (Jn 13, 19); “«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»” (Jn 14, 6-7): "Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»" (Jn 11, 25-26); "Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»" (Jn 8, 12); "«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.»" (Jn 10, 11) "Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.»" (Jn 10, 7) "«Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto»" (Jn 10, 9); "«Yo soy el pan de la vida.»" (Jn 6, 48) y "Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.»" (Jn 6, 35); "«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.»" (Jn 15, 1); "Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»" (Jn 18, 37). Hasta ahora, sólo referencia al Evangelio según San Juan.
Hay una referencia importante en el evangelio según San Marcos: "Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»" (Mc 14, 61-62).
Consecuencia de estas afirmaciones acerca de sí mismo.
Yo soy es el nombre que Dios se dio a sí mismo cuando Moisés, el patriarca que representa la Ley, le preguntó por su nombre (Ex 3, 13-14). Eso era claro para todo judío de los tiempos de Jesús. Es claro para todo cristiano hasta el día de hoy. Y debería ser claro para aquellos que tienen por revelado por Dios el libro del Éxodo. Esto significa que sí se dio a si mismo una referencia relativa al Dios Único y Todopoderoso que no tiene ni principio ni fin porque siempre Es. Y también dejó claro que Él existía desde antes de Abraham, el patriarca de la fé y quien dió inicio al pueblo de Dios. Y también estableció que en Él está la vida eterna. Por tanto, estableció claramente que es eterno desde siempre y para siempre, atributo que sólo el Dios Único y Todopoderoso tiene.
Pero añade más. «Nadie va al Padre si no es por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre». Cuando Jesús habla de su padre, un lugar común es decir que todos somos hijos de Dios, pero Jesús no dice “nuestro Padre”. Habla de Dios como de Su padre en exclusiva. Pero es más explícito al responderle al Sumo Sacerdote que sí es el Hijo del Bendito, respuesta que sabía le acarrearía la muerte.
Por tanto, sí dijo de si mismo que era Dios y que era Hijo de Dios. Consecuencia: es Dios Hijo.
¿Cómo así que el Dios Único y Todopoderoso es al menos dos? Es otro punto incomprensible para los musulmanes. Las Sagradas Escrituras nos explican que el Dios Único y Todopoderoso es trinitario: tres personas en una sola naturaleza. Hemos de confesar que los católicos lo llamamos misterio. Para los cristianos es un hecho, así no sea comprensible para nuestro intelecto.
Es un hecho en el que debemos vernos reflejados. Dios no es un ser solitario. Es un Dios comunidad de amor. Y los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza suya. Por eso somos sexuados y necesitamos crear comunidades de amor. El del esposo por su esposa y el de la esposa por su esposo. Y de ese mutuo amor surgen los hijos, de igual forma que del amor del Padre y el Hijo se engendra, no se crea, el Espíritu Santo.
Pero el asunto tiene un mayor fondo. Los cristianos no nos consideramos hijos de Dios por merecimiento propio, sino por bondad de Dios Padre, por intermediación de Dios Hijo y por acción del Espíritu Santo. Me explico. No es posible que el ser humano en su humanidad obtenga la dignidad de heredero del reino de Dios sin la mediación de Dios que se hace humano para unir en sí a la frágil y corruptible humanidad y a la sublime divinidad en una sola naturaleza. Dios, totalmente divino, debía hacerse totalmente humano, simultáneamente, para reconciliar dos naturalezas irreconciliables. Sólo mediante este incomparable acto de amor es posible que podamos llamar a Dios padre nuestro. ¿Cómo es posible que Dios se abaje hasta el punto de hacerse un ser humano? Muchos se niegan a tal concepción. Esta es nuestra principal y fundamental diferencia con los musulmanes. Los cristianos sí creemos que Dios se abajó y se hizo hombre.
Los musulmanes también creen que Jesús no fue crucificado, y mucho menos que murió en la cruz. Que era el plan de los enemigos de Jesús el crucificarlo, pero Dios lo salvó y lo elevó hacia Sí antes de que muriera[2]. Tal concepción va en contra de toda la fe cristiana. Si el verdadero Dios y verdadero hombre no muere de manera verdadera, no hay cordero expiatorio. No hay Pascua. No hay liberación de la esclavitud. No hay entrega voluntaria del Hijo, ni muestra absoluta de Amor por parte del Padre. No hay Redención de la naturaleza humana por parte del único sacrificio que es realmente valioso. Y no tiene sentido la historia de la salvación consignada en el Antiguo Testamento.
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[1] La respuesta dada es válida en términos de la pregunta, no obstante, en el propio Corán se lee que Jesucristo habría negado enfáticamente Su propia divinidad (Corán 5:116), por lo que en términos generales, no puede haber diálogo sobre dicho punto si se considera el Corán como la última palabra. (Tomado de http://www.conocereislaverdad.org/JPIIyelIslam.htm)
[2] Tomado de https://www.islam-guide.com/es/ch3-10.htm
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