En la entrada en que explico en qué consiste la veneración que por María sentimos los católicos escribo acerca de la Inmaculada Concepción de María. Esto quiere decir que la Virgen María nació sin el Pecado Original con el que nacemos todos los seres humanos por herencia.
Desde inicios de la Iglesia el pueblo de Dios creía que María había nacido sin pecado original[1]. Pero los Teólogos, en general, consideraban que María había nacido con el Pecado Original. En el siglo XIII hubo un hombre, perteneciente a la orden monástica de los Franciscanos, nacido en la ciudad de Duns de Escocia, pastor de origen, pero profesor universitario por formación, que afirmaba lo contrario. He aquí la argumentación de los Teólogos en general y luego la de este sútil franciscano: Juan Duns de Escocia[2].
1.El Génesis expresa entre las diversas consecuencias del pecado original "A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.» Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida»." (Gn 3, 16-17) Y María sintió en vida las penas comunes a la naturaleza humana: el dolor, las penas y la fatiga, por tanto, ella tenía que haber heredado el Pecado Original. 2. Además, ella era fruto de una relación entre un hombre y una mujer, ambos herederos del Pecado Original, y por tanto le confirieron en herencia dicho Pecado.
Juan Duns responde que la Virgen María siempre ha estado libre de pecado desde el momento de su concepción, pero no hubiera sido así si no hubiera sido preservada del Pecado Original. Tres razones por las que pudo haberlo sido: 1. La omnipotencia de Dios. Dios puede, además de sanar los pecados, prevenirlos. Si Dios perdonara los pecados, pero no los previniera, no obraría de un modo perfecto. Pero si además de sanar del pecado lo previniera, habría obrado de manera perfecta. Basta con que lo hiciera sobre un único hijo de Adán. 2. Jesús es perfecto mediador. Por medio de Jesús nos son perdonados los pecados, entre ellos el Pecado Original. El resultado del pecado no es sólo privarnos de tener la visión beatífica de Dios en el Paraíso, sino que el pecado mismo es un gran castigo. Pero si Jesús es un reconciliador, al menos una persona debía ser preservada del Pecado Original para que se pueda decir que es reconciliador perfecto. 3. La santidad. Para presentarnos ante Dios, hemos de obtener el sumo bien de la Inocencia, no por mérito propio sino por mérito de Jesús. Inocencia de la culpa contraída o por contraer. Pero nadie puede tener a Jesús como sumo mediador si no hubiese preservado al menos a un ser humano inocente de un pecado por contraer, este es, el que se recibe por herencia: el Pecado Original.
La misericordia perdona las penas inútiles, pero deja expuesto al ser humano a las penas que le son útiles. El Pecado Original hubiera sido nocivo para María, mientras que las penas temporales le habrían sido útiles para meditar sobre los misterios de Dios, tal como efectivamente nos lo testimonian las escrituras. Ella soportó las penas de esta vida de manera ejemplar, haciéndose merecedora del amor de Dios. Así que sus penas y fatigas no excluyen que haya sido preservada del Pecado Original.
Si alguien es concebido sin el Pecado Original, no es por mérito propio, sino por gracia de Dios. La concepción fruto de un acto sexual por parte de un hombre y una mujer no está exento de la presencia de Dios, por el contrario, Dios se hace presente en dicho acto en el que el ser humano participa del acto creador de Dios. E igual que la gracia que limpia del Pecado Original se puede conferir luego de la concepción, Dios la puede conferir antes de la concepción.
Esta argumentación daba bases para que los teólogos meditaran y oraran acerca del sensus fidei, el sentido de la fé que tenía el pueblo de Dios. No fue sino hasta el siglo XIX que el Magisterio de la Iglesia lo volvió parte del cuerpo de la doctrina[3].
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[1] Por ejemplo, ya el concilio de Trento al promulgar el decreto dogmático del pecado original, por el cual estableció y definió, conforme a los testimonios de las sagradas Escrituras y de los Santos Padres y de anteriores concilios, que los hombres nacen manchados por la culpa original, sin embargo, solemnemente declaró que no era su intención incluir a la santa Virgen Madre de Dios en el decreto mismo y en una definición tan amplia.
[2] La argumentación es una actualización divulgativa basada en la película Duns Scoto.
[3] Carta apostólica del papa Pío IX en la que declara el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, promulgada el 8 de diciembre de 1854.
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