Espíritu Santo, concededme para mí, para mi esposa y para mis hijas,
aquellos dones divinos con que fortaleciste a los Apóstoles;
aquella gracia poderosa que ilumina el entendimiento,
mueve dulcemente la voluntad,
y vence gloriosamente la concupiscencia.
Concédenos el don de una clara inteligencia,
el conocimiento del bien
y buena voluntad de ejercitarlo.
Toma bajo tu divina protección a nuestras hijas;
presérvalas de toda pasión vergonzosa,
protégelas, líbralas de caer en los lazos de la seducción con que el demonio intenta hacerlas caer en el pecado.
Hazlas humildes, obedientes, honradas y temerosas de Dios;
amantes de la verdad y de la religión.
Dales gracia para vencer los vicios y pasiones.
Y a nosotros concédenos la gracia y el acierto necesario para educarlas y dirigirlas y hacernos obedecer de ellas.
Amén.
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