Llegó a mis manos el libro Roma, dulce hogar[1] de los esposos Scott y Kimberly Hahn, los cuales ya mencioné en una entrada anterior.
Algunas enseñanzas extraídas del libro:
1, Kimberly Hahn explica acerca de sus reflexiones sobre el papel de María en la Iglesia: “Los protestantes definen la adoración en términos de cantos, alabanzas y prédicas; así que cuando los católicos cantan a María, le hacen súplicas en oración y predican sobre ella, los protestantes interpretan que ella está siendo adorada.”
Los numerales 2096 y 2097 del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. «Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto» (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13).
Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la nada de la criatura, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo.”
Por tanto, podría ser una cuestión de malentendido la continua incredulidad de los protestantes a que nosotros sí cumplimos el primer mandamiento. Los católicos jamás creemos ni mencionamos que a María se la deba considerar como creadora del universo ni de los hombres, ni redentora ni dueña de nosotros. Jamás la consideramos al mismo nivel de Dios, ya que es criatura predilecta, pero criatura. La consideramos reina en virtud de ser la Reina madre, ya que el Rey es Jesús.
2, Scott, hablando con un eminente teólogo presbiteriano, le comparte sus reflexiones: “… la Biblia nos dice en muchos lugares que la autorizada Palabra de Dios debe buscarse en la Iglesia: en su Tradición (2 Tes 2, 15; 3, 6), lo mismo que en su predicación y enseñanza (I Pe 1, 25; II Pe 1, 20-21; Mt 18, 17). Por eso pienso que la Biblia sostiene el principio católico de solum verbum Dei, «solo la palabra de Dios», en vez del protestante sola Scriptura, «sólo la Biblia»”. (pag 91)
Leamos los pasajes que sugiere:
"Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta." (2 Tes 2, 15)
"Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis." (2 Tes 3, 6)
"pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros." (I Pe 1, 25)
"Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios." (II Pe 1, 20-21)
Por el contrario, que las Escrituras son la única fuente autorizada de enseñanza, no está dicho en ningún pasaje.
3, En la misma conversación indica Scott: “… el Evangelio de Mateo enfatiza el papel de Jesús como hijo de David y rey de Israel. Yo creo que Mateo 16, 17-19 nos muestra cómo Jesús dejó esto establecido: le dio a Simón tres cosas: primero, un nuevo nombre, Pedro (o piedra); segundo, su compromiso de edificar su Iglesia sobre Pedro; y tercero, las Llaves del Reino de los Cielos. Es este tercer punto el que considero más interesante.
Cuando Jesús habla de las «Llaves del Reino» hace referencia a un importante texto del Antiguo Testamento, Isaías 22, 20-22, donde Ezequías, el heredero del trono real de David, y rey de Israel en los tiempos de Isaías, sustituye a su viejo primer ministro, Shebna, por uno nuevo llamado Eliakim. Cualquiera podía ver quién de los miembros el gabinete era el primer ministro, ya que se le habían entregado las Llaves el Reino. Al confiarle a Pedro las «Llaves del Reino» Jesús establece el cargo de primer ministro para administrar la Iglesia como su reino en la tierra. Por tanto las «llaves» son un símbolo del oficio y la primacía de Pedro para ser transmitido a lo largo de las épocas” (pag 87)
El pasaje al que hace referencia es: "Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»" (Mateo 16, 17-19)
Yo no conocía la relación de las llaves con el Antiguo Testamento, pero la Iglesia de seguro sí, ya que en todas las épocas se ha representado a Pedro con dichas llaves, por tanto sabían que eran significativas.
Lo que no resalta el pasaje es el versículo 17, en el que Jesús reconoce a aquel a quien le da el honor de ser su primer ministro, por medio de la acción de Dios Padre a través del Espíritu Santo: “… no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Creo que también es un detalle importante.
La mención de la “piedra” y la “piedra angular” en la Biblia también es muy significativa. La arquitectura de la época, en esa zona, no hacia cimientos profundos para las construcciones. Bastaba con unas buenas piedras que le dieran sólido sustento a las demás en las esquinas. Son las piedras angulares que le dan sustento o cimiento a la edificación. Nombrarlo como piedra sobre la que construirá su Iglesia es también una alegoría muy significativa por parte de Jesús.
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[1] Roma dulce hogar. Nuestro camino al catolicismo. Editorial Rialp. 16 edición. Madrid, 2010.
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