Dulce Jesús mío, quiero morir en Tú Voluntad.
Uno mi agonía y la de todos los hombres a la tuya, y que tu agonía sea mi fuerza, mi luz, mi defensa y la dulce sonrisa de tu perdón.
Mi último suspiro lo pongo en el último suspiro que diste por mi en la cruz, para que pueda presentarme ante ti, con los méritos de tu misma muerte.
Ah, Jesús mío, ábreme el cielo y ven a mi encuentro a recibirme con aquel mismo amor con el cual te recibió tu Padre, cuando exhalaste sobre la cruz tú último respiro.
Luego, llévame al cielo entre tus brazos, y yo te besaré y me dedicaré a ti eternamente.
Madre mía, ángeles y santos, vengan a asistirme como asistieron a la muerte de Jesús, ayúdenme, defiéndanme y llévenme al cielo.
Así sea.
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