martes, 28 de marzo de 2017

La Liturgia: Jueves Santo

Jueves, viernes y sábados santos son la joya de la corona de la liturgia católica. La Iglesia celebra los grandes misterios de la historia de la salvación en el “sacro Triduo pascual”. En él se actualiza la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Describo la liturgia para conocimiento de los cristianos no católicos acerca de qué significa para la Iglesia romana la palabra "liturgia", y para los católicos, para que aprecien por escrito la misma.

En esta primera entrada, la liturgia del Jueves Santo, en donde se recuerda la institución del Orden sacerdotal, de la Eucaristía y del amor al prójimo. 

Jueves de la Cena del Señor[1]

En una celebración vespertina se celebra la Misa de la Cena del Señor. Se inicia con una antífona de entrada en la que nos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección; por él hemos sido salvados y redimidos. (cf. Gal. 6,14). Luego se canta o se dice el Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual (el sábado en la noche). Se inicia la que se denomina oración colecta:

Dios y Padre nuestro nos hemos reunido para celebrar la santísima Cena del Señor,
en la que tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte,
confió a la Iglesia el nuevo y único sacrificio,
banquete pascual de su amor.
Te pedimos la gracia de recibir plenamente
la caridad y la vida que brotan de este misterio tan grande.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.



Después de proclamar el Evangelio que corresponde al ciclo de lecturas (recordar que hay tres: A, B y C, es decir, que difieren cada año en ciclos de tres años), el sacerdote pronuncia la homilía, en la cual se exponen los grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la sagrada Eucaristía y del Orden sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna.

Lavatorio de los pies

Después de la homilía, es usual llevar a cabo el rito del lavatorio de los pies. Varones designados previamente por ser cercanos a la parroquia, acompañados por los ministros, van a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible a los fieles. El sacerdote deja la casulla, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca, a imitación del Señor. Mientras tanto se canta alguna de las antífonas siguientes u otro canto adecuado:

Primera opción de Antífona (Cf. Jn. 13, 4.5.15)
Después de levantarse de la mesa, el Señor echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies a los discípulos. Este fue el ejemplo que les dejó.

Segunda opción de Antífona (Cf. Jn. 13, 12.13.15)
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Tercera opción de Antífona (Cf. Jn. 13, 6.7.8)
Coro: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? Jesús le respondió: -Si no te lavo los pies, no podrás compartir mi suerte.
Principal: Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo:
Coro: - Señor, ...
Principal: No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero lo comprenderás después.
Coro: - Señor, ...
           
Cuarta opción de Antífona (Cf. Jn. 13,14)
Si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies; cuánto más ustedes deben lavarse los pies unos a otros.

Quinta opción de Antífona (Cf. Jn. 13,35)
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan unos a otros.
Principal: Jesús dijo a sus discípulos:
Coro: - En esto ...

Sexta opción de Antífona (Cf. Jn 13,34)
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros como yo los he amado, dice el Señor.

Séptima opción de Antífona (1 Cor. 13,13)
Permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y la caridad; pero de estas tres virtudes, la más grande es la caridad.
Ahora existen la fe, la esperanza y la caridad, pero de estas tres virtudes, la más grande es la caridad.

Se ofrecen varias opciones. Es un rasgo común para cada una de las partes de la liturgia. El sacerdote tiene la opción de elegir cuál.

Inmediatamente después del lavatorio de los pies, el sacerdote se lava y seca las manos, se coloca nuevamente la casulla y regresa a la sede; se hace la oración de los fieles. En esta Misa no se dice el Credo.

Liturgia de la Eucaristía

Al comienzo de la liturgia eucarística puede organizarse una procesión de los fieles con las ofrendas para los pobres que se acercan al altar junto con el pan y el vino. Mientras tanto se canta un himno en latín u otro canto solemne adecuado.

Oración sobre las ofrendas:
Concédenos, Padre, participar dignamente de estos sagrados misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

El Sacrificio y el Sacramento de Cristo

Como prefacio a rememorar el sacrificio se pronuncian las siguientes palabras:

Sacerdote: El Señor esté con ustedes.
Coro: Y con tu espíritu.
Sacerdote: Levantemos el corazón.
Coro:  Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Sacerdote: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Coro: Es justo y necesario.
Sacerdote: Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro, verdadero y único sacerdote.

Él mismo al instituir el sacrificio de la eterna alianza se ofreció a sí mismo como víctima de salvación y nos mandó ofrecerlo en su memoria.

Cuando comemos su Carne, inmolada por nosotros, somos fortalecidos; cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros, somos purificados.

Por eso, con los ángeles y los santos y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar, el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

En las peticiones a Dios Padre se dicen plegarias propias para esta Misa.

Durante la comunión de los fieles se canta un canto relacionado con la comunión, la cual hace referencia a: -Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía. (1 Cor. 11,24-25)

Terminada la distribución de la comunión, se deja sobre el altar el copón con las hostias consagradas para la comunión del día siguiente.

La Misa termina con la oración después de la comunión:
Padre providente, concédenos que así como hoy nos alimentas en esta Cena de tu Hijo, también merezcamos ser saciados en la fiesta de la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Concluida la oración, el sacerdote permanece de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, de rodillas, inciensa tres veces el Santísimo Sacramento. Luego recibe el velo humeral, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del velo. Se forma la procesión para llevar el Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el lugar preparado para su reserva, y que puede ser una capilla convenientemente dispuesta y adornada. En la procesión, precede el crucifijo, ministros con ciriales, el incensario y luego el sacerdote que lleva el copón. Mientras dura la procesión se canta el himno "Pange lingua" (excepto las dos últimas estrofas), u otro canto eucarístico.

Cuando la procesión ha llegado al lugar de la reserva, el sacerdote deja el copón, pone incienso y, puesto de rodillas, lo inciensa, mientras se cantan las dos últimas estrofas del "Pange lingua" ("Tantum ergo sacramentum"). Después se cierra el tabernáculo o sagrario especialmente preparado.
Todos hacen unos momentos de oración en silencio y luego, el sacerdote y los ministros, hacen genuflexión y regresan a la sacristía.

En seguida se desnuda el altar y, si es posible, se retiran las cruces del templo. Es conveniente que las cruces que queden en la iglesia sean cubiertas con un velo.

Los fieles, en esa noche, según las circunstancias y costumbres del lugar, permanecen durante un tiempo en adoración al Santísimo Sacramento. Después de la medianoche, la adoración se realiza sin solemnidad alguna.


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[1] Misal de la Iglesia Católica Romana

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