Espíritu Santo, concededme para mí, para mi esposa y para mis hijas,
aquellos dones divinos con que fortaleciste a los Apóstoles;
aquella gracia poderosa que ilumina el entendimiento,
mueve dulcemente la voluntad,
y vence gloriosamente la concupiscencia.
Concédenos el don de una clara inteligencia,
el conocimiento del bien
y buena voluntad de ejercitarlo.
Toma bajo tu divina protección a nuestras hijas;
presérvalas de toda pasión vergonzosa,
protégelas, líbralas de caer en los lazos de la seducción con que el demonio intenta hacerlas caer en el pecado.
Hazlas humildes, obedientes, honradas y temerosas de Dios;
amantes de la verdad y de la religión.
Dales gracia para vencer los vicios y pasiones.
Y a nosotros concédenos la gracia y el acierto necesario para educarlas y dirigirlas y hacernos obedecer de ellas.
Amén.
Blog que incorpora apologética (defensa de la fe), ética en el contexto de la sociedad actual y, en general, formación.
martes, 27 de marzo de 2018
Oración de la familia
viernes, 16 de marzo de 2018
Matrimonio y familia
Reflexiones sobre matrimonio y familia presentadas en el XVI Encuentro de Universitarios Católicos de la Universidad Católica de Colombia, denominado “El amor humano y sus desafíos actuales” a cargo de la invitada internacional Sara Gallardo González, Doctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid-España, el 19 de agosto de 2017.
La familia surge de la concepción de una persona en el seno de una familia. Si no hay una nueva persona, se queda en matrimonio. Hay una relación directa entre matrimonio y familia, pero no siempre de la una surge la otra.
La cooperación con la creación de Dios implica ‘generar’ y
‘educar’: completar la formación del ser humano. De ahí se sigue que es
obligación de los padres educar a sus hijos, a quienes concibieron, y no a
otros, como la escuela o el estado, que sólo son subsidiarios. Los padres aman
a sus hijos, condición principal de formación en el amor y la posterior
capacidad de amar, de vivir en sociedad. Lo institucional no puede entregar ese
amor. No puede amar quien no ha recibido el don del amor.
Para la mujer es importante el lugar del trabajo y es
importante para la sociedad la presencia de la mujer en el lugar de trabajo. La
mujer tiene la capacidad de mantener la cordura ante las extravagancias que
pueden ocasionar la competitividad y la especialización, punto central de la
psicología masculina.
Los padres no crean al hijo, no conocen al hijo que conciben
ni lo pueden elegir, ya que sólo existe la persona en el momento de la
concepción.
La educación es desarrollar la humanidad del hijo a su
plenitud. Debe haber un proyecto de vida para poder educar. No se educa a un
ser humano si no se conoce qué es el ser humano.
La educación en la verdad se debe mostrar
completa, y se debe mostrar que la felicidad implica sacrificio y abnegación.
Matrimonio implica a sujetos, su fundamento y su vínculo. La
pareja como madre/padre de mis hijos crea vínculo. No hay relación real si no
hay reconocimiento mutuo, si no se impactan vital y mutuamente. Otro tipo de
relación conduce a la degradación de la persona humana.
Los hijos adquieren significado cuando se perciben como un don, no como un derecho. Quien no acepta un regalo, es que no quiere establecer un vínculo con la persona que le ofrece el regalo. Quien no percibe a los hijos como dones, quiere evitar establecer un vínculo con Aquel que lo ofrece.
En la sociedad tenemos relaciones funcionales, en donde el
vínculo es una prestación o servicio que realiza la persona. En el matrimonio y
en la familia se tiene una relación personal: el motivo es la persona en sí
misma.
La relación funcional es moral cuando no se reduce el valor
que se le da a la otra persona solamente al ámbito de la prestación dada.
Mantener una visión sujeta a
los términos del contrato va en contra de la dignidad de la persona humana.
La realidad es que sexualidad y amor van juntas. Amar implica
una donación total porque la persona es indivisible. Si no se entrega la
totalidad, no se ha dado a sí misma. Totalidad en el tiempo y totalidad en el
espacio: eterna y fiel. Significa fidelidad, pero también castidad por razón de
esa misma fidelidad. La sexualidad y el amor en su significado procreativo
significa una entrega de la posibilidad de hacer fecundo al otro. Si restrinjo
la fecundidad del entregarme en totalidad restrinjo mi entrega. Sólo cuando la
otra persona se entrega de manera total, eterna, libre, fiel y fecunda, yo
puedo hacerlo de la misma manera. En ese momento se da el matrimonio.
El matrimonio basado en el sentimiento convierte la relación
en algo funcional, no personal.
La libertad de volar consiste en el conocimiento de las
leyes de la aeronáutica. No basta con querer
para ser libre. La libertad implica la libertad de decir no.
El querer lleva a
la moción, el movimiento, la acción, pero hace falta el conocimiento. Si no conocemos qué
es la libertad, no podremos disfrutarla. Si el ser humano no tiene la Verdad,
aceptará como verdad lo que le presenten. Si el ser humano no tiene afectos, aceptará
como afecto lo que le presenten.
Si aceptamos que cada uno tienen su propia verdad, restringimos
nuestra existencia: se nos vuelve difícil vivir en la realidad de los demás
porque es difícil vivir en la verdad de los demás: surgen conflictos.
El matrimonio contiene una comunidad indivisible de vida. El
hombre no busca cualquier mujer, que sería lo biológico, sino que busca a una
mujer determinada. Entra la razón. Un amor que no es capaz de buscar la total
potencialidad de la pareja, no es un amor capaz de fundar un matrimonio. Los
hijos son lo que nos trasciende.
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martes, 13 de marzo de 2018
El magisterio de la Iglesia
Nada mejor para explicar el Magisterio de la Iglesia, que un obispo. Transcribo un artículo al respecto:
El Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal alemán Gerhard Müller, explicó que un “cambio de paradigma” en la doctrina católica no es desarrollo sino corrupción.
Así lo indicó el Cardenal en un ensayo publicado el 20 de febrero en la revista estadounidense First Things, con el título “Development or corruption?”. En el texto el Cardenal explicó que el intento de algunos de modificar la doctrina católica para promover su agenda es contrario a los mandamientos, y denunció que quien alienta un cambio de la enseñanza de la Iglesia en la teología moral, como si fuera una “decisión de conciencia digna de alabanza”, en realidad “habla contra la fe católica”.
En su opinión, un “cambio de paradigma” en la doctrina, es decir “un cambio fundamental en las formas teóricas del pensamiento y la conducta social” respecto a la “presencia de la Iglesia en el mundo”, simplemente no es posible porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”.
Esto último, precisó, “es nuestro paradigma, que no se cambiará por ningún otro”.
Por ello, “un cambio de paradigma, por medio del cual la Iglesia tome los criterios de la sociedad moderna para ser asimilados, no constituye un desarrollo sino que es corrupción”.
El Cardenal alemán explicó también que el Papa y los obispos tienen el deber de preservar la unidad de la fe y evitar la polarización. Por ello, es también un deber de conciencia corregir cuando las palabras “cambio pastoral” son usadas por algunos para “promover su agenda que se aleja de la enseñanza de la Iglesia, como si la doctrina fuera un obstáculo para la atención pastoral”.
En su ensayo, el Purpurado se refirió al concepto del “desarrollo de la doctrina” en la Iglesia, según lo explicaba el Beato John Henry Newman, y su relación con el debate sobre la interpretación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia que el Papa Francisco publicó en 2016.
El Cardenal recordó que el capítulo ocho de la exhortación “ha sido objeto de interpretaciones contradictorias”, y alertó que cuando se habla en este contexto de un “cambio de paradigma”, en realidad parece que se propone “una recaída en una forma modernista y subjetivista de interpretar la fe católica”.
En la fe católica, continuó el Prefecto Emérito, “el método adecuado para interpretar la revelación requiere el trabajo conjunto de tres principios que son: la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y la Sucesión Apostólica de los obispos católicos”.
La Reforma protestante, continuó, es un ejemplo en la historia sobre cómo funcionan las cosas cuando se introduce un nuevo principio formal, en este caso el de considerar solo las Escrituras. “Este nuevo principio hizo que la doctrina católica de la fe, como se desarrolló hasta el siglo XVI, cambiara radicalmente”. Así, precisó, “la comprensión fundamental del cristianismo se convirtió en algo completamente diferente”.
El Cardenal Müller también se refirió a la recepción de la Eucaristía por parte de los divorciados en nueva unión y dijo que no se puede olvidar la enseñanza de San Juan Pablo II, que en su exhortación apostólica Familiaris Consortio de 1981 señaló que “los divorciados que viven en nueva unión deben decidir si viven en continencia[1] o, de otro modo, abstenerse de recibir los sacramentos”.
El Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe también dijo que “cuando los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos le piden al Papa una clarificación sobre el tema, lo que en realidad piden no es una aclaración de la opinión del Papa, sino claridad sobre la continuidad de la enseñanza del Papa en la Amoris Laetitia con el resto de la tradición”.
Hablando sobre las distintas declaraciones y opiniones de los obispos y las conferencias episcopales, el Cardenal alemán indicó que para que los prelados sean ortodoxos, “no es suficiente con que declaren su conformidad con las que se presumen son las intenciones del Papa” en la Amoris Laetitia.
“Solo serán ortodoxos si están de acuerdo con las palabras de Cristo preservadas en el depósito de la fe”, subrayó el Cardenal Müller.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
--------------------------------------------
[1] La "continencia", que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud. Juan Pablo II. Audiencia general del miércoles 24 de octubre de 1984
El Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal alemán Gerhard Müller, explicó que un “cambio de paradigma” en la doctrina católica no es desarrollo sino corrupción.
Así lo indicó el Cardenal en un ensayo publicado el 20 de febrero en la revista estadounidense First Things, con el título “Development or corruption?”. En el texto el Cardenal explicó que el intento de algunos de modificar la doctrina católica para promover su agenda es contrario a los mandamientos, y denunció que quien alienta un cambio de la enseñanza de la Iglesia en la teología moral, como si fuera una “decisión de conciencia digna de alabanza”, en realidad “habla contra la fe católica”.
En su opinión, un “cambio de paradigma” en la doctrina, es decir “un cambio fundamental en las formas teóricas del pensamiento y la conducta social” respecto a la “presencia de la Iglesia en el mundo”, simplemente no es posible porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”.
Esto último, precisó, “es nuestro paradigma, que no se cambiará por ningún otro”.
Por ello, “un cambio de paradigma, por medio del cual la Iglesia tome los criterios de la sociedad moderna para ser asimilados, no constituye un desarrollo sino que es corrupción”.
El Cardenal alemán explicó también que el Papa y los obispos tienen el deber de preservar la unidad de la fe y evitar la polarización. Por ello, es también un deber de conciencia corregir cuando las palabras “cambio pastoral” son usadas por algunos para “promover su agenda que se aleja de la enseñanza de la Iglesia, como si la doctrina fuera un obstáculo para la atención pastoral”.
En su ensayo, el Purpurado se refirió al concepto del “desarrollo de la doctrina” en la Iglesia, según lo explicaba el Beato John Henry Newman, y su relación con el debate sobre la interpretación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia que el Papa Francisco publicó en 2016.
El Cardenal recordó que el capítulo ocho de la exhortación “ha sido objeto de interpretaciones contradictorias”, y alertó que cuando se habla en este contexto de un “cambio de paradigma”, en realidad parece que se propone “una recaída en una forma modernista y subjetivista de interpretar la fe católica”.
En la fe católica, continuó el Prefecto Emérito, “el método adecuado para interpretar la revelación requiere el trabajo conjunto de tres principios que son: la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y la Sucesión Apostólica de los obispos católicos”.
La Reforma protestante, continuó, es un ejemplo en la historia sobre cómo funcionan las cosas cuando se introduce un nuevo principio formal, en este caso el de considerar solo las Escrituras. “Este nuevo principio hizo que la doctrina católica de la fe, como se desarrolló hasta el siglo XVI, cambiara radicalmente”. Así, precisó, “la comprensión fundamental del cristianismo se convirtió en algo completamente diferente”.
El Cardenal Müller también se refirió a la recepción de la Eucaristía por parte de los divorciados en nueva unión y dijo que no se puede olvidar la enseñanza de San Juan Pablo II, que en su exhortación apostólica Familiaris Consortio de 1981 señaló que “los divorciados que viven en nueva unión deben decidir si viven en continencia[1] o, de otro modo, abstenerse de recibir los sacramentos”.
El Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe también dijo que “cuando los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos le piden al Papa una clarificación sobre el tema, lo que en realidad piden no es una aclaración de la opinión del Papa, sino claridad sobre la continuidad de la enseñanza del Papa en la Amoris Laetitia con el resto de la tradición”.
Hablando sobre las distintas declaraciones y opiniones de los obispos y las conferencias episcopales, el Cardenal alemán indicó que para que los prelados sean ortodoxos, “no es suficiente con que declaren su conformidad con las que se presumen son las intenciones del Papa” en la Amoris Laetitia.
“Solo serán ortodoxos si están de acuerdo con las palabras de Cristo preservadas en el depósito de la fe”, subrayó el Cardenal Müller.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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[1] La "continencia", que forma parte de la virtud más general de la templanza, consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud. Juan Pablo II. Audiencia general del miércoles 24 de octubre de 1984
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jueves, 1 de marzo de 2018
María reina y la primacía de Pedro
Llegó a mis manos el libro Roma, dulce hogar[1] de los esposos Scott y Kimberly Hahn, los cuales ya mencioné en una entrada anterior.
Algunas enseñanzas extraídas del libro:
1, Kimberly Hahn explica acerca de sus reflexiones sobre el papel de María en la Iglesia: “Los protestantes definen la adoración en términos de cantos, alabanzas y prédicas; así que cuando los católicos cantan a María, le hacen súplicas en oración y predican sobre ella, los protestantes interpretan que ella está siendo adorada.”
Los numerales 2096 y 2097 del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. «Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto» (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13).
Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la nada de la criatura, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo.”
Por tanto, podría ser una cuestión de malentendido la continua incredulidad de los protestantes a que nosotros sí cumplimos el primer mandamiento. Los católicos jamás creemos ni mencionamos que a María se la deba considerar como creadora del universo ni de los hombres, ni redentora ni dueña de nosotros. Jamás la consideramos al mismo nivel de Dios, ya que es criatura predilecta, pero criatura. La consideramos reina en virtud de ser la Reina madre, ya que el Rey es Jesús.
2, Scott, hablando con un eminente teólogo presbiteriano, le comparte sus reflexiones: “… la Biblia nos dice en muchos lugares que la autorizada Palabra de Dios debe buscarse en la Iglesia: en su Tradición (2 Tes 2, 15; 3, 6), lo mismo que en su predicación y enseñanza (I Pe 1, 25; II Pe 1, 20-21; Mt 18, 17). Por eso pienso que la Biblia sostiene el principio católico de solum verbum Dei, «solo la palabra de Dios», en vez del protestante sola Scriptura, «sólo la Biblia»”. (pag 91)
Leamos los pasajes que sugiere:
"Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta." (2 Tes 2, 15)
"Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis." (2 Tes 3, 6)
"pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros." (I Pe 1, 25)
"Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios." (II Pe 1, 20-21)
Por el contrario, que las Escrituras son la única fuente autorizada de enseñanza, no está dicho en ningún pasaje.
3, En la misma conversación indica Scott: “… el Evangelio de Mateo enfatiza el papel de Jesús como hijo de David y rey de Israel. Yo creo que Mateo 16, 17-19 nos muestra cómo Jesús dejó esto establecido: le dio a Simón tres cosas: primero, un nuevo nombre, Pedro (o piedra); segundo, su compromiso de edificar su Iglesia sobre Pedro; y tercero, las Llaves del Reino de los Cielos. Es este tercer punto el que considero más interesante.
Cuando Jesús habla de las «Llaves del Reino» hace referencia a un importante texto del Antiguo Testamento, Isaías 22, 20-22, donde Ezequías, el heredero del trono real de David, y rey de Israel en los tiempos de Isaías, sustituye a su viejo primer ministro, Shebna, por uno nuevo llamado Eliakim. Cualquiera podía ver quién de los miembros el gabinete era el primer ministro, ya que se le habían entregado las Llaves el Reino. Al confiarle a Pedro las «Llaves del Reino» Jesús establece el cargo de primer ministro para administrar la Iglesia como su reino en la tierra. Por tanto las «llaves» son un símbolo del oficio y la primacía de Pedro para ser transmitido a lo largo de las épocas” (pag 87)
El pasaje al que hace referencia es: "Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»" (Mateo 16, 17-19)
Yo no conocía la relación de las llaves con el Antiguo Testamento, pero la Iglesia de seguro sí, ya que en todas las épocas se ha representado a Pedro con dichas llaves, por tanto sabían que eran significativas.
Lo que no resalta el pasaje es el versículo 17, en el que Jesús reconoce a aquel a quien le da el honor de ser su primer ministro, por medio de la acción de Dios Padre a través del Espíritu Santo: “… no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Creo que también es un detalle importante.
La mención de la “piedra” y la “piedra angular” en la Biblia también es muy significativa. La arquitectura de la época, en esa zona, no hacia cimientos profundos para las construcciones. Bastaba con unas buenas piedras que le dieran sólido sustento a las demás en las esquinas. Son las piedras angulares que le dan sustento o cimiento a la edificación. Nombrarlo como piedra sobre la que construirá su Iglesia es también una alegoría muy significativa por parte de Jesús.
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[1] Roma dulce hogar. Nuestro camino al catolicismo. Editorial Rialp. 16 edición. Madrid, 2010.
Algunas enseñanzas extraídas del libro:
1, Kimberly Hahn explica acerca de sus reflexiones sobre el papel de María en la Iglesia: “Los protestantes definen la adoración en términos de cantos, alabanzas y prédicas; así que cuando los católicos cantan a María, le hacen súplicas en oración y predican sobre ella, los protestantes interpretan que ella está siendo adorada.”
Los numerales 2096 y 2097 del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. «Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto» (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13).
Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la nada de la criatura, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo.”
Por tanto, podría ser una cuestión de malentendido la continua incredulidad de los protestantes a que nosotros sí cumplimos el primer mandamiento. Los católicos jamás creemos ni mencionamos que a María se la deba considerar como creadora del universo ni de los hombres, ni redentora ni dueña de nosotros. Jamás la consideramos al mismo nivel de Dios, ya que es criatura predilecta, pero criatura. La consideramos reina en virtud de ser la Reina madre, ya que el Rey es Jesús.
2, Scott, hablando con un eminente teólogo presbiteriano, le comparte sus reflexiones: “… la Biblia nos dice en muchos lugares que la autorizada Palabra de Dios debe buscarse en la Iglesia: en su Tradición (2 Tes 2, 15; 3, 6), lo mismo que en su predicación y enseñanza (I Pe 1, 25; II Pe 1, 20-21; Mt 18, 17). Por eso pienso que la Biblia sostiene el principio católico de solum verbum Dei, «solo la palabra de Dios», en vez del protestante sola Scriptura, «sólo la Biblia»”. (pag 91)
Leamos los pasajes que sugiere:
"Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta." (2 Tes 2, 15)
"Hermanos, os mandamos en nombre del Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva desordenadamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis." (2 Tes 3, 6)
"pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros." (I Pe 1, 25)
"Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios." (II Pe 1, 20-21)
Por el contrario, que las Escrituras son la única fuente autorizada de enseñanza, no está dicho en ningún pasaje.
3, En la misma conversación indica Scott: “… el Evangelio de Mateo enfatiza el papel de Jesús como hijo de David y rey de Israel. Yo creo que Mateo 16, 17-19 nos muestra cómo Jesús dejó esto establecido: le dio a Simón tres cosas: primero, un nuevo nombre, Pedro (o piedra); segundo, su compromiso de edificar su Iglesia sobre Pedro; y tercero, las Llaves del Reino de los Cielos. Es este tercer punto el que considero más interesante.
Cuando Jesús habla de las «Llaves del Reino» hace referencia a un importante texto del Antiguo Testamento, Isaías 22, 20-22, donde Ezequías, el heredero del trono real de David, y rey de Israel en los tiempos de Isaías, sustituye a su viejo primer ministro, Shebna, por uno nuevo llamado Eliakim. Cualquiera podía ver quién de los miembros el gabinete era el primer ministro, ya que se le habían entregado las Llaves el Reino. Al confiarle a Pedro las «Llaves del Reino» Jesús establece el cargo de primer ministro para administrar la Iglesia como su reino en la tierra. Por tanto las «llaves» son un símbolo del oficio y la primacía de Pedro para ser transmitido a lo largo de las épocas” (pag 87)
El pasaje al que hace referencia es: "Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»" (Mateo 16, 17-19)
Yo no conocía la relación de las llaves con el Antiguo Testamento, pero la Iglesia de seguro sí, ya que en todas las épocas se ha representado a Pedro con dichas llaves, por tanto sabían que eran significativas.
Lo que no resalta el pasaje es el versículo 17, en el que Jesús reconoce a aquel a quien le da el honor de ser su primer ministro, por medio de la acción de Dios Padre a través del Espíritu Santo: “… no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Creo que también es un detalle importante.
La mención de la “piedra” y la “piedra angular” en la Biblia también es muy significativa. La arquitectura de la época, en esa zona, no hacia cimientos profundos para las construcciones. Bastaba con unas buenas piedras que le dieran sólido sustento a las demás en las esquinas. Son las piedras angulares que le dan sustento o cimiento a la edificación. Nombrarlo como piedra sobre la que construirá su Iglesia es también una alegoría muy significativa por parte de Jesús.
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[1] Roma dulce hogar. Nuestro camino al catolicismo. Editorial Rialp. 16 edición. Madrid, 2010.
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