Sólo la Fé está fundamentado para los protestantes principalmente en la carta a los Romanos (3,28) y a los Efesios (2,8-9), si bien, también en otros versículos.
El versículo 3, 28 de la carta a los Romanos dice: "Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley". El punto es que la naciente teología paulina no explicita y tematiza de manera exhaustiva cuál es la posición concreta de las obras con respecto a la salvación[1], causando la discusión con nuestros hermanos protestantes. Pero las Escrituras deben entenderse en conjunto, no en versículos particulares, que dan para diversas interpretaciones.
El versículo 3, 28 de la carta a los Romanos dice: "Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley". El punto es que la naciente teología paulina no explicita y tematiza de manera exhaustiva cuál es la posición concreta de las obras con respecto a la salvación[1], causando la discusión con nuestros hermanos protestantes. Pero las Escrituras deben entenderse en conjunto, no en versículos particulares, que dan para diversas interpretaciones.
La primera carta de Pablo a los Corintios (13,2) nos dice: “Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.”
El Evangelio según San Mateo, cap. 25 del 34 al 43 nos
transmite la siguiente explicación de Jesús en referencia a la justicia del
Reino de Dios:
“Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos
de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. »
Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te
dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y
te acogimos; o desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?» Y el Rey les
dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis. » Entonces dirá también a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me
vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.»”
Estos versículos indican que también por las obras según el amor somos
justificados.
El término católico, significa “universal”. La Iglesia católica admite que aquellos que no han tenido acceso a la Fe pueden salvarse si buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia[2]. Pensarlo de otro modo es ir en contra de la misericordia de Dios. La carta de Santiago dice: “Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados por la Ley de la libertad. Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia; pero la misericordia se siente superior al juicio. ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta” (Sg 2, 12-17).
La carta a los Efesios, dice en sus versículos 8 y 9 del capítulo 2: "Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe", pero continúa: "En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos" (Ef 2,10). Pablo diferencia entre las obras según la Ley, es decir, según la norma, y las obras según la caridad, es decir, por amor a Dios y al prójimo. Las primeras de nada sirven. Ese es su mensaje, y es una continuación del mensaje de Jesús.
Las escrituras no proclaman la “Sola Fides”. Ya leímos cómo Santiago dice claramente que la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. El apóstol Pedro nos añade: “Ante todo, tened entre vosotros intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados.” (I Pe 4, 8) y Jesús nos recuerda que no todo el que diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los cielos (Mt. 7, 21).
Hermano cristiano, no basta con que digas de
labios y corazón que tienes fe en Jesucristo, esto es sólo el comienzo del
camino. Debemos caminar como peregrinos en esta vida terrenal y la gracia de
Dios y nuestro amor por Dios debe llegar a que tu proclamación de fe esté acompañada
de actos de caridad y sacrificio por amor. No importa cuánto avances en
tu camino de fe, siempre habrá más camino por recorrer.
El término católico, significa “universal”. La Iglesia católica admite que aquellos que no han tenido acceso a la Fe pueden salvarse si buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia[2]. Pensarlo de otro modo es ir en contra de la misericordia de Dios. La carta de Santiago dice: “Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados por la Ley de la libertad. Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia; pero la misericordia se siente superior al juicio. ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta” (Sg 2, 12-17).
La carta a los Efesios, dice en sus versículos 8 y 9 del capítulo 2: "Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe", pero continúa: "En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos" (Ef 2,10). Pablo diferencia entre las obras según la Ley, es decir, según la norma, y las obras según la caridad, es decir, por amor a Dios y al prójimo. Las primeras de nada sirven. Ese es su mensaje, y es una continuación del mensaje de Jesús.
Las escrituras no proclaman la “Sola Fides”. Ya leímos cómo Santiago dice claramente que la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. El apóstol Pedro nos añade: “Ante todo, tened entre vosotros intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados.” (I Pe 4, 8) y Jesús nos recuerda que no todo el que diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los cielos (Mt. 7, 21).
En Apocalipsis 20, 12 nos dejan claro las Escrituras que somos juzgados según las obras: "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras."
El padre Santiago Martín, fundador de la comunidad de los Franciscanos de María, explica este punto con un ejemplo concreto: Supón que una persona pudiente quiere darte un regalo realmente importante. Supón que hace uso de un courier para hacerte llegar su regalo. Supón que llega tal courier y toca a tu puerta. Hasta aquí tú no has hecho nada. El regalo está a tu puerta. Es tu turno. Debes actuar, abrir tu puerta, certificar que eres tú el destinatario y firmar la orden de recibido. No basta con que Dios Padre envíe a su Hijo para darte la salvación, y no basta con solo decir que lo aceptas, debes actuar de una manera mínima para recibir efectivamente el regalo de la salvación. Esas son las obras.
[1] Frase tomada de http://herejias.tripod.com/her_0800_cartaspablo_02.htm
[2] Numeral 847 del Catecismo de la Iglesia Católica. Basado entre otros puntos en la carta a los Romanos.
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