viernes, 22 de abril de 2016

Sola Scriptura

Dice San Pedro en su primera carta: “Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana. Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios” (I Pe 1, 19-21) Y luego, respecto de las cartas de San Pablo: “Consideren que las demoras de nuestro Señor son para nuestra salvación, como lo escribió nuestro querido hermano Pablo con la sabiduría que le fue dada, e insiste sobre esto en todas sus cartas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes y poco firmes en la fe interpretan torcidamente para su propio daño, como hacen también con las demás Escrituras.” (II Pe 3, 15-16)

Con lo cual se entiende que el apóstol Pedro opinaba que la interpretación de los misterios de Dios no es bueno hacerlo por cuenta propia, pues de otro modo podría llevar a una mala interpretación. No quiere decir esto que la Iglesia Católica prohíba de algún modo leer las escrituras y dejarse llevar por las escrituras para la oración personal[1]. Al contrario. Ni siquiera históricamente. El Padre Miguel Angel Fuentes, sacerdote I.V.E. referencia a los autores Tuya y Salguero: “Mucho antes de que Lutero iniciase la reforma protestante, existían numerosas versiones de la Biblia en las lenguas vulgares de muy diversos países. Según el P. A. Vaccari, entre los años 1450 y 1500 se cuentan unas 125 ediciones diferentes de la Biblia, lo que demuestra cuán extendida estaba su lectura. En España, se leía la Sagrada Escritura en romance ya antes de Alfonso X el Sabio (1252-1284). En Alemania, se hizo una versión en 1466, de la que aparecieron 15 ediciones antes del año 1500. La primera edición en lengua vulgar italiana, se publicó en Venecia el año 1471, de la que se conocen nueve ediciones antes de 1500. En Francia, también se hizo una traducción el año 1477, que tuvo tres ediciones antes del año 1500”[2]. Lo que no permite la Iglesia Católica es la difusión como doctrina de las iluminaciones personales. Para ello está el Magisterio de la Iglesia.

Jesús oró reiteradamente por una sola Iglesia bajo un solo Pastor. Pero se cuentan varios miles de denominaciones protestantes, todas ellas bajo el principio de la “Sola Scriptura” y en contradicción unas con otras en cuestiones medulares. Eso nos dice claramente que no basta solamente la Escritura. De hecho, los protestantes dicen que la Biblia es la única norma de fe, doctrina y conducta, pero tal aseveración no figura en la Biblia. ¿Caen en contradicción?[3].

En Mc 12-24 se lee: "Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios?" Juan Pablo II nos dice "... Cristo se encuentra aquí con hombres que se consideran expertos y competentes intérprete de las Escrituras. A estos hombres -esto es, a los saduceos- les responde Jesús que sólo el conocimiento literal de la Escritura no basta. Efectivamente, la Escritura es, sobre todo, un medio para conocer al Dios vivo, que se revela en ella a sí mismo, igual que se reveló a Moisés en la zarza"[4].

Jesús advirtió que Él se marcha y que es necesario porque de esa manera vendrá el Paráclito, el abogado, el Espíritu Santo, el cual “os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho”(Jn 14, 26). ¿Se lo iba a enseñar sólo a los apóstoles? Todas las iglesias coinciden en que las Escrituras van dirigidas a los creyentes, a cada uno de ellos. La Biblia no fue escrita para que el pueblo de Dios creyera, fue el pueblo de Dios creyente el que escribió la Biblia[5]. La tradición apostólica y los primeros Padres de la Iglesia dan fe de todo lo que el Espíritu Santo les recordó a los apóstoles, y el Espíritu Santo sigue enseñándonos aún hoy en día. La Iglesia católica proclama solum verbum Dei: «solo la palabra de Dios».




[1] Un equívoco extendido es expresar que en los tiempos de la reforma la Iglesia prohibía la lectura de la Biblia. El tema estaba más relacionado con que el pueblo llano no sabía leer. Muy pocos eran los ilustrados en el leer y escribir. Lutero lo que implementó en su reforma es que la liturgia fuese en lengua vernácula, no en latín, por lo menos en las asambleas con el pueblo llano, dejando el latín para los monasterios, lo cual, como se explicará más adelante, es un concepto ausente entre los protestantes en cuanto que no hay comunidades de consagrados.
[2] P. Miguel Angel Fuentes, sacerdote I.V.E. en http://es.catholic.net/op/articulos/5739/cul-es-la-diferencia-entre-una-biblia-catlica-y-otra-protestante.html
[3] Lo infieren de II de Timoteo 3,16, pero inferir va en contra de la sentencia "Sola Scriptura".
[4] El celibato apostólico y la resurrección de la carne. Teología del cuerpo III. Juan Pablo II. Ediciones Palabra. 4ta edición, 2012.
[5] 101 preguntas y respuestas sobra la Biblia. Raymond E, Brown. Ediciones Sigueme. Salamanca 2006.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario