viernes, 15 de julio de 2016

Ilustración de una esfera común entre la Iglesia y el Estado: El Aborto

Para ilustrar la esfera común entre la Iglesia y el Estado, abordemos un tema de actualidad. Suponga un Proyecto de Ley que permita el aborto.

El relativismo, mencionado en la entrada anterior, ha permeado la sociedad contemporánea. Niega la existencia de una moral invariable y aplicable en un sentido universal, la que también se denomina Ley natural. Por ejemplo, el precepto “no matarás” siempre ha existido en todas las culturas y religiones. Es un asunto de lógica de convivencia y supervivencia. Negarlo va en contra de nosotros mismos como especie. De la Ley natural se deriva el Derecho Natural como teoría ética y jurídica que defiende la existencia de derechos del hombre fundados o determinados en la naturaleza humana, universales, anteriores y superiores (o independientes) al ordenamiento jurídico positivo y al derecho fundado en la costumbre o Derecho consuetudinario[1]

El relativismo plantea que la visión de que el no-nacido es una persona humana es una visión del cristianismo, pero que no es la visión del no creyente. Dicha perspectiva es muy peligrosa, porque, por ejemplo, abre la posibilidad de que por definición relativista los niños ya nacidos, pero menores de tres meses no son persona y por tanto sería lícito matarlos.

Los medios de comunicación y los legisladores que defienden el proyecto de ley podrían también contra argumentar que la posición oficial de la Iglesia contraviene la separación de poderes entre la Iglesia y el Estado. Es una falacia[2] ya que las enseñanzas de la Iglesia buscan mostrar a los hombres y mujeres de todo tiempo el valor del ser humano por el mismo hecho de serlo, es decir, por la intrínseca dignidad de todo ser humano, cuestión moral y trascendente.

El derecho natural plantea que hay actos esencial y gravemente malos y que por tanto nunca deben ser realizados, por ejemplo que no se debe permitir el asesinato o la muerte de un ser humano pudiendo evitarse. Debe ser un principio no negociable. La alternativa relativista es una sociedad que lo negocie a cambio de enunciados relativos como el “bienestar” y la “calidad de vida”, que son determinados por la posición de poder de unos seres humanos sobre otros.

Los relativistas acusan a quienes defienden las leyes naturales de autoritarios y sectarios por querer imponer su propia visión. Pero es una falacia. Los relativistas no tienen tesis capaces de refutar los argumentos de la Ley Natural, y pasan a descalificar a quienes la defienden. Pretenden acabar con la premisa arguyendo en contra de quién es el emisor de ésta. Es decir, cometen la falacia de desacreditar un argumento menoscabando a la persona que lo defiende, señalando una característica o creencia impopular acerca de esa persona. En lógica se conoce como argumento ad hominem, del latín, “contra el hombre”.

En el ejemplo concreto que estamos explorando, se intenta destruir el argumento de que el aborto es el asesinato de una persona aún no nacida, desacreditando a los defensores pro-vida con el argumento de que tienen una creencia religiosa que los lleva a sostener dicha posición. La fe de una persona es un hecho que no contradice el acto moralmente malo de matar.

Relativistas e iusjuristas consideran adecuado el aborto como medio de mitigar el costo social y familiar de atender a un niño con deficiencias físicas o mentales, o del costo personal en la calidad de vida de la mujer que sacrificaría estabilidad psicológica o emocional en caso de quedar esperando un niño en circunstancias no ideales para la madre. He ahí el peligro. Al eliminar el considerando ético de la dignidad intrínseca de la persona humana, es decir, de la dignidad que tenemos independientemente del valor que se nos atribuya en cada situación específica, se pasa a abordar conceptos de “costo social” o “derecho sobre el propio cuerpo” o “afectación a la salud física, o psicológica” y toda otra serie de aparentes derechos de la persona y bienes para la sociedad.

Pero la Iglesia también argumenta desde la razón. Desde la razón, los únicos que pueden dictaminar de una manera científica desde qué momento un cigoto, un embrión o feto es un ser humano son los embriólogos, y en todos los libros de texto escritos por reconocidos embriólogos se dictamina que desde el momento de la concepción el cigoto es constitutivamente un ser humano[3].

Una mujer que en circunstancias negativas recibe la noticia de que está embarazada, no tiene una posición emocional estable como para medir las consecuencias éticas de segar una vida. El médico que apoya el asesinato de ese bebé, tal vez no ejecutando el aborto, sino apoyándolo con un dictamen médico para que se realice el procedimiento, va en contraposición de la ética de su profesión que es preservar la vida. Los legisladores y juristas que apoyan el aborto van en contra de la razón de ser de la ley que debe defender a los más débiles.

Desde el punto de vista filosófico, expongo una argumentación de entre varias que hay: “La naturaleza es el sustrato ontológico básico del cual derivan todas las características esenciales de algo, así como todas sus facultades operativas, y todas sus acciones u operaciones. Baste pensar que del núcleo metafísico más profundo del cigoto brota la energía y la finalidad que da origen al maravilloso desarrollo embrional hasta el nacimiento y por mucho tiempo después del mismo. Todo lo que un día caracterizará al ser humano adulto está en potencia ya cuando se han fusionado el óvulo y el espermatozoide. Eso sólo puede ser si lo que lo hace “humano” sin más, es decir, su naturaleza, su “humanidad básica”, no está en potencia, sino en acto, y eso incluye, no el ejercicio actual de su facultad intelectiva, sino la naturaleza racional de la cual brotará, en su momento, dicho ejercicio. Por otra parte, es sabido que la generación consiste en la trasmisión de la naturaleza de los padres a los hijos. Pero la naturaleza de los padres del cigoto humano, es la naturaleza humana, que es racional. Luego, el cigoto tiene naturaleza racional. Luego, el ser humano es persona desde la misma concepción.”[4]

En definitiva, defender la vida de los niños no nacidos tiene que ver con la moralidad de la sociedad y atañe tanto al Estado como a los credos.



[1] Wikipedia. El concepto de Derecho positivo está basado en el iuspositivismo, corriente filosófico-jurídica que considera que el único derecho válido es el que ha sido creado por el ser humano y por tanto a quien lo practica le da igual lo justo o injusto de la aplicación de una norma: el jurista simplemente se limita a acatar lo dictado por la misma (extraído de Wikipedia).
[2] En lógica, una falacia (del latín fallacia, ‘engaño’) es un argumento que parece válido, pero no lo es.

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