El caso d
el sacerdocio es un caso de especial importancia en donde se manifiesta la masculinidad.
Los varones acuden a un seminario, cuya etimología proviene de
semen semilla y
arium lugar
para que estén cosas o vivan allí. Se preparan para inseminar la semilla del
Reino en la Iglesia. Es una labor que corresponde al sacerdote una vez reciben
el sacramento del orden. Al igual que el matrimonio entre un varón y una
mujer se consuma cuando se hacen una sola carne, el sacerdote consuma su
matrimonio con la Iglesia la primera vez que preside la Eucaristía haciéndose
uno con Cristo quien es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Jesús desnudo en la
cruz entregó su cuerpo y su sangre a toda la Iglesia para consumar su
matrimonio con ella. Son los sacerdotes quienes inseminan la Iglesia, su
esposa, mediante la distribución del cuerpo de Cristo. Por eso el sacerdocio no
es una profesión, sino una vocación a la paternidad espiritual
[1].
Los discípulos fueron elegidos por el Maestro. La amistad que ofrece Jesús es completamente gratuita. Y el que se siente querido de Jesús también se siente obligado a ser un discípulo fiel y activo. Y esto es dar fruto
[2].
Como conclusión a la vocación al matrimonio presentados en los sacramentos del matrimonio y el del orden sacerdotal, debemos reflexionar que la santidad es la respuesta de la Novia al Regalo que otorga el Novio. La novia es la Iglesia, cada uno de nosotros, y el novio es Dios. En el cielo el matrimonio que se consumará es el del ser humano con Dios.
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