martes, 30 de agosto de 2016

Origen de la ideología de género (I)

La ideología de género es la última rebelión de la criatura contra su condición de criatura. Con el ateísmo el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo. Sobre lo bueno y sobre lo malo. Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora, con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un Dios para sí mismo
Palabras del cardenal Ratzinger poco antes de ser elegido Papa.

Los orígenes de la ideología de género.


Me han preguntado varias personas el origen de la ideología de género. El término no ha sido acuñado por aquellos que la promulgan, para ellos se trata de “progresismo” o "guerra cultural"[1]. Podemos decir que el término lo utiliza el cristianismo para referirse al colonialismo cultural que los lobies liberales y socialistas promulgan como derechos sexuales y reproductivos, con un cariz muy autoritario, en la agenda política mundial del siglo XXI.

En sus orígenes filosóficos siempre está presente la lucha de clases del socialismo de Marx y Engels, e historias de vida demarcadas por un amor mal entendido o la incapacidad de confrontar la diferencia que hay entre los sexos..

El Feminismo.


Los estudiosos del feminismo intentan configurar su historia en términos de “olas”:

Si bien hubo manifestaciones previas, la primera ola aparecería a finales del siglo XIX y principios del XX y se centró mayormente en el logro de igualdad en los derechos civiles, el más conocido, el derecho al voto femenino. Muchas de las primeras feministas eran esposas de líderes abolicionistas, los que luchaban en contra de la esclavitud y estaban influenciadas por el pensamiento cuáquero, los cuales han sido conocidos por su activismo social y realizaban en aquella época campañas contra el comercio de esclavos y a favor de los derechos de las mujeres, así como actualmente abogan por los derechos de minorías como los presos o los homosexuales. En una época en que la mujer no hacía parte de la fuerza laboral, la búsqueda del voto femenino daba a entender que los jefes de los hogares votaban sin tener en consideración la opinión de sus parejas, como si el voto de los maridos no involucraran las necesidades de los hogares. No se ven los sexos como complementarios, sino como opuestos.

La segunda ola aparece en los años 1960 y 1970 y se centra en la "liberación" de la mujer, en dónde hay influencia de la lucha de clases del socialismo, principalmente del libro “El origen de la familia” de Engels. Este autor proclama que la liberación de la mujer pasa por la destrucción de la familia y la entrada de todas las mujeres en el mundo del trabajo, a competir con el hombre. En este punto citaré a cuatro conocidas teóricas.

Simone de Beauvoir (1908-1986) con su libro “El segundo sexo”. Es una feminista importante y representativa del “feminismo de la igualdad”. Fue pareja de Sartre y su posición filosófica está asociada por tanto al existencialismo ateo de éste. Cuando ella tenía 21 años Sartre le propuso matrimonio a lo que ella se negó rotundamente, entonces el pedante intelectual reviró proponiendo un Pacto de polifidelidad, basado en la teoría de los amores contingentes, que ella aceptó y él posteriormente manipuló a su antojo[2]. El término hace referencia a amores paralelos, secundarios, más o menos intensos, que se mantenían en la periferia de la relación amorosa que mantuvieron ambos entre 1929 y 1980. La teoría principal que sostiene Beauvoir es que lo que se entiende por "mujer" es un producto cultural que se ha construido socialmente.  Reflexionó que la mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: los hijos, el marido, sus hermanos... Así pues, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios. Añade que muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: "No se nace mujer: llega una a serlo". Una buena semilla, pero que generó un árbol torcido.

Betty Friedan (1921-2006), psicóloga. En su libro “La mística femenina” trató despectivamente a las mujeres que dedican su tiempo a los deberes de madre y esposa en vez de buscar otras metas. Fue signataria del Manifiesto Humanista secular II, cuyo preámbulo declara que la "última meta debe ser la realización del potencial de crecimiento de cada personalidad humana", libre de "las reglas morales tradicionales" y de una fe "pasada de moda" en "un Dios que oye oraciones”. Gran amiga de la organización Planned Parenthood, la cual considera esencial aconsejar a los jóvenes que recurran a la anticoncepción para evitar el embarazo y que recurran al aborto en caso de embarazo[3].

Kate Millett (1934-). Expone en su libro “Política sexual” la evolución de las teorías soviéticas acerca de la revolución sexual y la sentencia final de Trotsky: “No se puede 'abolir' la familia, es necesario sustituirla”[4]. Su tesis principal sería que ni el patriarcado, ni los papeles y posiciones sociales derivan de la naturaleza humana, sino que el origen del patriarcado sería histórico y cultural. Propugna por que no existe una disparidad mental ni emocional entre los sexos[5].

Shulamith Firestone (1945-2012), figura central del feminismo radical, promulga que la raíz de la desigualdad social en todas las sociedades hasta ahora existentes ha sido el patriarcado, la dominación del varón sobre la mujer, todo ello debido al diferente papel reproductivo del hombre y la mujer. El feminismo radical propugna derrocar el patriarcado a través de la abolición del género, causante desde siempre de la desigualdad y la opresión de la mujer, desde una posición política, por medio, por ejemplo, de la oposición a los papeles de género, proponiendo una reorganización de la sociedad.

Estas posiciones fomentaban el uso de anticonceptivos y el aborto para tener una supuesta igualdad frente al hombre.

Ya Millett y Firestone preconizaban la tercera ola.

La teoría queer.

La tercera ola comienza en los años 90 y se extiende hasta la actualidad. Quienes se adhirieron de manera radical al feminismo de la segunda ola desembocaron en varios absurdos: las lesbianas manifestaban que ellas eran más feministas gracias a su alejamiento de los hombres, mientras que las feministas heterosexuales aducían que los papeles masculino / femenino de las parejas lesbianas no eran sino copias del matrimonio heterosexual.

La teoría queer es un conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad de las personas. Afirma que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales, son el resultado de una construcción social ficticia y arquetípica y que, por lo tanto, no están esencial o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino que se trata de formas socialmente variables.

Evolucionó a partir de un movimiento integrado por personas que no se sentían expresadas por categorías como "homosexual", "gay" y "lesbiana", que empezaron a denominarse queers a partir de 1990, resignificando positivamente un término en inglés que se usaba de manera despectiva, traducible como "raritos" o "retorcidos".

Políticamente, de nuevo, se basa en el concepto marxista de la lucha entre los sexos y que, para conseguir el objetivo de una sociedad libre de opresión sexual, los cambios individuales no sirven[6]. Propugna por una lucha revolucionaria como la de los años 70 del siglo XX, capaz de enfrentar la ideología de la familia y terminar con el sistema capitalista que la genera.

Antecedentes muy influyentes para el desarrollo de la teoría queer son las teorías psicoanalíticas de Jacques Lacan(1901-1981) y los trabajos de Monique Wittig (1935-2003).

Lacan buscó reorientar el psicoanálisis hacia la obra original de Freud. Freud en sus primeros trabajos teorizó que las primeras impresiones sexuales de nuestro desarrollo dejan las más profundas huellas en nuestra vida anímica y pasan a ser determinantes de nuestro desarrollo sexual posterior, y que la desaparición real de tales impresiones infantiles obedece a un mero apartamiento de la conciencia (represión). Esta suerte de amnesia de vivencias sexuales infantiles, continuaba, conduce al hombre a esforzarse por dilucidar el misterio de su sexualidad, recurriendo a intuiciones y conocimientos preconceptuales para intentar darle sentido a su experiencia sexual subjetiva. La figura de Freud suscita una división de opiniones que podría resumirse en que unos le consideran un gran científico en el campo de la medicina, que descubrió gran parte del funcionamiento psíquico humano; y otros lo ven especialmente como un filósofo que replanteó la naturaleza humana y ayudó a derribar tabúes, pero cuyas teorías, como ciencia, fallan en un examen riguroso. El caso es que Lacan en su psicoanálisis incorporó a nivel teórico nociones de origen lingüístico, filosófico y topológico que lo llevaron a redefinir muchos de los principales términos del léxico psicoanalítico y, por ejemplo, a formular la tesis: El inconsciente está estructurado 'como' un lenguaje.

Wittig apunta a la afirmación de que toda mujer que no se inscriba dentro del contrato y la esclavitud ante el hombre no es mujer, puesto que son ellos los que definen el mundo desde la relación de sí con el mundo mismo. También dice que, retomando las ideas de Lacan en este punto, el lenguaje está a disposición de lo masculino hegemónico para clasificar, bajo el juicio de éste mismo, todo aquello que se relacione con él. Inicia entonces una búsqueda indetenible para la destrucción de ese hombre y ese eje; así como la del concepto naturalizado y estandarizado que afirma que todo es cultura. Finalmente, también quiere destruir el concepto de mujer. Es lo que se denominan teorías feministas lesbianas.

(continúa...)

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[1] Las llamadas guerras culturales suelen defender un cambio en las costumbres, en los valores y en los estilos de vida como paso previo al ascenso al poder político. Creen que primero se conquista la estética, la fe o la moral de las personas, y que luego se conquista su afiliación política. Más que un electorado, buscan partisanos, y por eso su retórica suele establecer divisiones sociales que enfrentan a los grupos sociales. La guerra cultural se dirime en torno a palabras como igualdad, tolerancia y derechos; o casta, sistema o enemigos del progreso, cortinas de humo que sirven para no tener que asumir la complejísima labor de resolver problemas cotidianos y reales. (Definición reconstruida parafraseando a Carlos Granés en un artículo publicado en El Espectador el 18 de febrero de 2016).
[2] http://leves-desacuerdos-feminismo.blogspot.com.co/2011/04/se-anoran-hijas-de-simone-de-beauvoir.html
[5] Totalmente desvirtuado por los estudios sobre las diferencias biológicas entre los sexos (en el cerebro, los ojos, los músculos, etc...). Interesante ver este video.

viernes, 26 de agosto de 2016

Una oración en cada dedo

1. El pulgar es el más cercano a ti. Así que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. Orar por nuestros seres queridos es "una dulce obligación".

2. El siguiente dedo es el índice. Ora por quienes enseñan, instruyen y sanan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y sacerdotes. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Tenlos siempre presentes en tus oraciones.

3. El dedo medio es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios, y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública. Necesitan la guía de Dios.

4. El cuarto dedo es nuestro dedo anular. Aunque a muchos les sorprenda, es nuestro dedo más débil, como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles, con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca será demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios.

5. Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y los demás. Como dice la Biblia "los últimos serán los primeros". Tu meñique debe recordarte orar por ti. Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos verás tus propias necesidades en la perspectiva correcta, y podrás orar mejor por las tuyas.

[1] Atribuido al Papa Francisco.

martes, 23 de agosto de 2016

¿Cuando se estableció la misa?

Otro mito difundido entre los protestantes es que la misa fue establecida en el año 1,100 d.C., así que promulgan que ni los apóstoles ni la primitiva iglesia cristiana sabían de ella.

Pero tenemos en la patristica muchas referencias, entre ellas[1].

Ignacio de Antioquía, a quien se conoce como uno de los padres apostólicos de la Iglesia por la fecha en que vivió. Se considera que murió mártir alrededor del año 110 d.C. En su carta a los romanos (7:3) escribe "el pan es la carne de Jesucristo, el vino la sangre". Y en su carta a los Esmirniotas (6:2-7:1): "algunos malos se apartan de la iglesia por no confesar que la Eucaristía es la carne de nuestro salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados". Éstas son dos de siete cartas que redactó en el transcurso de unas pocas semanas, mientras era conducido desde Siria a Roma para ser ejecutado

La Enseñanza de los doce apóstoles o Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles, conocida comúnmente como Didaché es una obra de la literatura cristiana primitiva que pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, acaso antes de la destrucción del Templo de Jerusalén por uno o varios autores. En el capítulo 9 exponen las oraciones del ofertorio de la misa:

“Respecto a la acción de gracias, lo haréis de esta manera: Primeramente sobre el cáliz: «Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste a conocer por medio de tu siervo Jesús. A ti sea la gloria por los siglos. »

Luego sobre el fragmento de pan: «Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestastes por medio de tu siervo Jesús. A ti sea la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso por los montes y después, al ser reunido, se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.»

Pero que de vuestra acción de gracias coman y beban sólo los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: No deis lo santo a los perros. Después de saciaros, daréis gracias de esta manera: «Te damos gracias, Padre Santo, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre y diste a los hombres comida y bebida para que disfrutaran de ellas. Pero, además, nos has proporcionado una comida y bebida espiritual y una vida eterna por medio de tu Siervo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria por los siglos. »”

Justino Martir fue uno de los primeros apologístas (defensores de la fe) cristianos. Nació entre el año 100 y el 114 d.C. y murió entre el año 162 y 168 d.C.. En su Primera Apología, en el capítulo 66, Justino dice que el pan no es cualquier pan ni el vino cualquier bebida, sino Jesús que por el poder de su palabra nos alimenta con su cuerpo y su sangre, el mismo cuerpo y sangre de nuestra naturaleza que él toma al hacerse hombre. "Porque recibimos de los Apóstoles que Jesús dijo «Esto es mi sangre y se les dio»".

Ireneo de Lyon fue obispo de dicha ciudad desde el 189 d.C. Escribió el tratado "Contra las herejías" en cinco tomos. En 4:32-33, escribió: "El vino y el pan, al recibir las palabras de la consagración, se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo".

Clemente de Roma, Papa, discípulo de los apóstoles y que murió entre el año 97 y el 101 d.C. en su carta a los Corintios escribe que "Tenemos que hacer todo lo posible para presentar las ofrendas y ritos sagrados en los tiempos especificados por el Señor, de una manera ordenada y no al azar, y en los tiempos y horas prescritos. Se celebrará, según su excelsísima voluntad, cumplir todo escrupulosamente de acuerdo a su beneplácito."[2]

Por tanto, los ritos sagrados son mencionados por discípulos de los propios apóstoles y tienen menciones claras en la primera Iglesia.



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[1] Tomado de http://luxdomini.net/_ap/contenido1/debateucaristia1.htm el 1 de junio de 2016 y de Wikipedia.
[2] Traducción libre (ayudado del traductor de google) de "Cunctus ordine debemus facere, quae nos Dominus statutis temporibus peragere iussit, oblationes scilicet et officia sacra perfici, neque temere et inordinate fieri praecepit, sed statutis temporibus et horis. Ubi etiam et a quibus celebrari vult, ipse excelsissima sua voluntate definivit, ut religiose omnia secundum eius beneplacitum adimpleta, accepta essent voluntati eius", a su vez tomado de "Historia de la Liturgia" de Mario Riguetti. BAC. Madird. 1955. pag 38.

viernes, 19 de agosto de 2016

VI. El Perdón

La Encuesta Nacional de Demografía y Salud ENDS del 2010 expone una realidad en la que crecen nuestros adolescentes: el 10.7% de las mujeres menores de 19 años ya han tenido uno o más hijos[1]. El 13.5% han iniciado relaciones sexuales antes de cumplir 15 años[2]. También es un hecho doloroso y conocido el engaño que adultos hacen a menores de edad para abusar de su dignidad y pureza.

La rebeldía del hombre contra Dios, relatada en el Génesis, ha pasado en el mundo moderno a manifestarse en una rebeldía del hombre contra lo espiritual, dándole un valor supremo a la ciencia; en una rebeldía hacia el prójimo, dándole valor positivo al conservar o utilizar mis cualidades para mi propio dominio y disfrute; y del hombre contra sí mismo, convirtiendo vicios como la droga, el alcohol o el sexo en valores sociales aceptables, defraudando lo que somos llamados a ser.

Puede ocurrir que hayamos perdido nuestra pureza. ¿Cómo restaurarla cuando se ha perdido por cualquier circunstancia? La visión del hombre en su entretejida relación cuerpo-alma entiende que todo lo que afecta al alma afecta al cuerpo y viceversa. Dios ha provisto el Sacramento de la Reconciliación, que en contra de lo usualmente pensado, no solo restaura el estado espiritual, sino también el corporal, ya que como se debe insistir permanentemente, el hombre es sólo uno, creado con cuerpo y alma (cuerpo-vida). En la creación, al único ser que Dios creador insufla su espíritu es al ser humano (Gn 2, 7).

El sacramento de la Penitencia nos devuelve la verdadera libertad de los hijos de Dios, nos da las gracias (regalos) que requiere cada uno para vencer la concupiscencia, los malos hábitos y las tentaciones. Además nos restablece la paz y seguridad de conciencia.

La promesa de Jesús es la resurrección, pero no es solo el espíritu quien resucita. En el credo profesamos también la resurrección de la carne. El Catecismo de la Iglesia Católica en su número 990 nos dice claramente basado en la carta a los Romanos en su capítulo 8: “El término carne designa al hombre en su condición de debilidad y mortalidad. La resurrección de la carne significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros cuerpos (Rm 8: 11) volverán a tener vida”. Luego, en el numeral 999 y 1000 explica que en Cristo todos resucitarán con el cuerpo que tienen ahora, pero será un cuerpo transfigurado en cuerpo de gloria, en cuerpo espiritual. San Pablo en Filipenses 3, 20-21 dice “Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas”. Nos explican que la Eucaristía nos da ya un anticipo[3] de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo en algo terreno y celestial.

Es importante entender que la virginidad no es un tejido, se debe trascender la concepción popular al respecto y llevarla hacia un sentido más amplio y profundo, por ejemplo, entender que la virginidad es estar libre y limpio de todo lo que no es de Dios. Por ello María es La Virgen por excelencia.

Hay personas que dejan sus faltas al sexto mandamiento: “No fornicarás” o “No cometerás actos impuros”, por fuera de la confesión en el sacramento de la reconciliación, por ser tan íntimos, tal vez por delicadeza para con el sacerdote, tal vez por vergüenza, pero eso es renunciar a las grandes gracias que el sacramento proporciona. Basta con evitar un lenguaje explícito o gráfico. En Su infinita misericordia, la Gracia de Dios todo lo perdona, excepto el negarse a admitir la culpa (cf. Mc 3, 29). Y Jesús delegó el perdón de los pecados en los sacerdotes (Jn 20, 23). No quiere decir que Su Misericordia no actúe de muchas otras maneras, pero en circunstancias normales, todo católico tiene la obligación de meditar sobre aquello que lo aleja de Dios, de sentir dolor por estar alejado de la fuente de la felicidad, de hacerse el propósito de no volver a darle la espalda a Dios, de acercarse a un sacerdote y de palabra confesar su conciencia sucintamente y de satisfacer plenamente la penitencia que le sea impuesta. Y si le es posible, resarcir el pecado cometido.

Jesús nos cuenta una parábola en Lucas 15, 8-9: “O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido." La moneda bien puede ser tu amistad con Dios, bien puede ser tu inocencia. El barrer con la escoba bien puede ser el acercarse al Sacramento de la Reconciliación. Y la alegría y el anuncio es el del Reino de Dios y la alegría que trae a tu corazón.

"… Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada." (Ef 5:25-27)

Y si a pesar de nuestro esfuerzo personal por seguir a Cristo, alguna vez somos débiles no cumpliendo … sus mandamientos, ¡no nos desanimemos! ¡Cristo nos sigue esperando! Él, Jesús, es el Buen Pastor que carga con la oveja perdida sobre sus hombros y la cuida con cariño para que sane'. Cristo es amigo que nunca defrauda[4].





[1] No solo es cuestión de falta de educación o recursos. El 14.2% de las mujeres entre 15 y 19 años que han terminado su educación secundaria ya han tenido al menos un hijo. El 5.5% de las mujeres entre 15 y 19 años que pertenecen al 20% de la población con mayor índice de riqueza ya han tenido al menos un hijo.
[2] La encuesta ha sido planeada y aplicada por parte de Profamilia los años 1995, 2000, 2005 y 2010. Dicha entidad promociona el derecho por una salud sexual y reproductiva, que es un eufemismo para fomentar los métodos contraceptivos y el aborto, ambas blasfemias ya que van en contra del Plan de Dios para con los hombres. Pero los datos de la encuesta son válidos también para conocer la realidad y la toma de decisiones en favor de la vida y la dignidad de la mujer y del no nacido.
[3] A veces dicen “viático” en vez de anticipo.
[4] La Vocación explicada por Juan Pablo II. Pedro Beteta. Ediciones Palabra. Madrid. 2011.

martes, 16 de agosto de 2016

V. El pecado original

Las ideologías del mundo que nos ofrecen sucedáneos son espejismos que satisfacen de manera momentánea nuestra química corporal o cerebral. Pero en seguida la dinámica de esta química pide más, nunca siendo saciada y nos envuelve en las adicciones, el dolor, la ambición desmedida por el querer tener y el poder tener.

El pecado original consistió en darle la espalda al amor de Dios y considerar que no lo necesitaríamos al hacernos como Él. Una de las consecuencias fue la tergiversación del significado del cuerpo. Mientras para el hombre original el cuerpo era la manifestación visible de realidades invisibles como por ejemplo la capacidad que tenemos de expresar el amor entregándonos al otro y valorándolo por sí mismo, no por lo que me pueda dar, para el hombre histórico, es decir, el ser humano después de la pérdida de la inocencia originaria, pasa a ver al otro como objeto del deseo: ya sea mediante la concupiscencia de la carne, de los ojos o la soberbia de la vida, como menciona San Juan en I Jn 2, 16.

En sentido etimológico, la ‘concupiscencia’ puede designar toda forma vehemente de deseo humano. La teología cristiana le ha dado el sentido particular de un movimiento del apetito sensible que contraría la obra de la razón humana.

Juan Pablo II nos dice que “en el ser humano, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el ‘espíritu’ y la ‘carne’. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y, al mismo tiempo, confirma su existencia. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual: para el apóstol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad personal, sino que trata de las obras -mejor dicho, de las disposiciones estables -, virtudes y vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de sumisión (en el primer caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la acción salvífica del Espíritu Santo. Por ello el apóstol escribe: ‘si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu’ (Ga 5, 25)”.

La radical ideologíade la sexualidad que pequeños pero muy influyentes lobbies han ido introduciendo en las leyes y las cartas de navegación de las entidades encargadas del control de la salud y la educación reivindica la creación[1] de unos falsos derechos sexuales y reproductivos que invitan a la población a dejarse llevar por el deseo y participar en cualquier tipo de actividad sexual, la cual, mientras sea consentida libremente debe ser respetada so riesgo de ser acusado de intolerancia.

Dicho lobby, en contra de la verdadera santa sexualidad, ha ido desarrollándose por vías legales en pasos sucesivos[2]:

  • Sexualidad sin matrimonio: el amor libre de la revolución sexual derivó en el reconocimiento de la unión libre en pro de conceder unos derechos adquiridos por la convivencia “de hecho”.
  • Sexualidad sin la apertura a la vida: la legalidad de los métodos anticonceptivos y abortivos en pro de ayudar a las víctimas de la violación, o “la carga” de cuidar a un niño nacido con defectos físicos o mentales o “la carga” de un hijo nacido de un amor adolescente e inconsciente.
  • Sexualidad sin amor: la consolidación legal de la prostitución y la pornografía como realidad que la ley debe “legislar” para evitar que se prive de derechos a las trabajadoras sexuales en el primer caso y de regular un mercado que debe restringirse a “los mayores de edad” en el segundo.
  • Producción de hijos sin relación sexual: la legalidad de la inseminación artificial y el alquiler de vientres, en pro de permitir el avance de la ciencia o el derecho a la familia para aquellos que no han podido tener hijos.
  • Separación de la sexualidad de la persona: la promulgación de la ideología de género como un derecho por sí mismo, así vaya en contra de la propia ley natural, la tradición jurídica o los estudios científicos, en pro de ampliar los derechos de una minoría, menoscabando los derechos de una mayoría.
El libre albedrio lo reducen a poder elegir cuándo, cómo y dónde realizar las actividades sexuales. Dicha ideología vendida de especial manera a la juventud no considera válida la posibilidad de reservarse para donarse por entero en fidelidad, aún antes de conocerlo, a aquel que ha de hacerse una sola carne conmigo en el sacramento del matrimonio. Va en contra de la posibilidad de plenificar el Amor de Dios en nosotros para hallar la felicidad en la tierra y en el cielo.



[1] Los derechos son proclamados, no creados. Se proclama lo que ya existe, pero no se pueden “crear” derechos.
[2] Pasos a partir de la Conferencia “Hacia la Comprensión de la Homosexualidad” de María Cecilia Henao del lunes 19 de mayo de 2014, organizado por Red Familia Colombia.

viernes, 12 de agosto de 2016

IV. La Fecundidad

Ser imagen y semejanza de Dios es una primera aproximación para entender la dignidad de cada uno de nosotros como varón y como mujer para hacer efectiva la llamada vocacional a ser reflejo del amor de Dios.

En la fertilidad del cuerpo femenino se expresa de manera patente la gracia de la fecundidad a la que Dios nos invita y por medio de la cual nos hace partícipes de su obra creadora.

El Catecismo nos dice: "Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación" (GS[1] 48,1): Los hijos son el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres. El mismo Dios, que dijo: "No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2,18), y que hizo desde el principio al ser humano, varón y mujer" (Mt 19,4), queriendo comunicarle cierta participación especial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: "Creced y multiplicaos" (Gn 1,28). De ahí que el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de él procede, sin dejar posponer los otros fines del matrimonio, tienden a que los esposos estén dispuestos con fortaleza de ánimo a cooperar con el amor del Creador y Salvador, que por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia cada día más (GS 50,1). La fecundidad del amor conyugal se extiende a los frutos de la vida moral, espiritual y sobrenatural que los padres transmiten a sus hijos por medio de la educación. Los padres son los principales y primeros educadores de sus hijos (GE[2] 3). En este sentido, la tarea fundamental del matrimonio y de la familia es estar al servicio de la vida (FC 28). Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio”.[3]



[1] GS hace referencia al documento Gaudium et Spes, uno de los que componen el resultado del Concilio Vaticano II y trata sobre «la Iglesia en el mundo contemporáneo».
[2] GE hace referencia al documento Gravissimum Educationis, en latín «extrema importancia de la educación», es la declaración del Concilio Vaticano II respecto a la educación.
[3] Numerales 1652 a 1654 del Catecismo de la Iglesia Católica.

martes, 9 de agosto de 2016

III. Los valores. La castidad.

Al igual que el cuerpo cambia con la maduración, también cambian los intereses hacia las personas del sexo opuesto. Es natural querer relacionarse socialmente en la pubertad y la adolescencia y es natural sentir atracción hacia otra persona de una manera especial. Pero no debemos dejarnos llevar por los impulsos cual animales que carecen de la voluntad para decidir sobre lo que está bien.

Juan Pablo II define la castidad como un rechazo al deseo del placer con el objeto de que no desplace la llamada del amor. Cuando el amor está presente, el varón y la mujer tienen un sincero deseo de hacer lo que sea bueno para el otro. La castidad evita usar al otro cual objeto desechable y por tanto los hace capaces de un amor auténtico. Dios nos hace un llamado hacia la castidad para preservarnos como copa de cristal fino y brillante a Sus ojos, para preservarnos para la pareja adecuada con la que iniciaremos el camino hacia la santidad que no es otra cosa que un llamado a la felicidad. Cuando se entiende la castidad como una realización del Plan de Dios en el ser humano, se acepta por amor a Dios y no como una carga.

El Magisterio de la Iglesia enseña que la castidad es 'la energía espiritual que libera el amor del egoísmo y de la agresividad". La castidad es esa virtud (o hábito bueno) que hace que el ser humano sea capaz de dominar sus pasiones, para poner su sexualidad al servicio del verdadero amor. Si la persona no se domina a ella misma, o sea, no se posee a ella misma, no puede darse a sí misma. Sin la castidad, el "amor se hace progresivamente egoísta, es decir, deseo de placer y no ya don de sí”. El deseo del placer es la lujuria.

Bajo esa concepción, la castidad es un valor que debe permanecer toda la vida, aún en el matrimonio. Debemos procurar que el encuentro sea una entrega, no un deseo de satisfacción propia.

A los solteros, siempre se les ha enunciado la palabra de que "somos templo del Espíritu Santo" como argumento en contra de las relaciones sexuales fuera del matrimonio. ¿Por qué? Hace referencia a que nuestro cuerpo, así como nuestra alma, pertenece a Dios. No nos es posible entregar lo que no nos pertenece. Solo en el matrimonio válido nos convertimos en "una sola carne", es decir, un solo cuerpo. En el matrimonio, entregarnos al otro ya no es una transgresión al concepto, él y ella ahora son uno solo.

No confundamos celibato con castidad. En el matrimonio ente un hombre y una mujer se solicita castidad. En el matrimonio sacerdotal o religioso, se solicita celibato.

«La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de Dios con su pueblo. Cuando no se estima el matrimonio, no puede existir tampoco la virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor donado por el Creador, pierde significado la renuncia por el Reino de los cielos.»(FC[1] 16)

La Iglesia valora, fomenta y solicita celibato de manera especial a los sacerdotes, religiosos y religiosas, pero también a aquellos que viven en una condición especial de vida: los casados, con matrimonio válido, que se han separado de su esposo o esposa y a aquellos que tienen una atracción sexual por personas de su mismo sexo.
El Amor Verdadero Espera (AVE[2])
El punto crucial es ¿cómo distinguir si tu atracción es un llamado de tu amor o un llamado de tu lujuria? Es sencillo. Elimina de tu relación todo afecto carnal. Identifica qué ocurre. ¿Pierdes el interés? Recuerda que el amor es capaz de esperar para darse, en cambio la lujuria es impaciente para tomar.

San Pablo dice a varones y mujeres en la primera carta a los Corintios que el verdadero amor es paciente y bondadoso, que no se comporta con rudeza ni es egoísta, que el amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad, que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." (I Cor. 13: 4-7. Ver también I Cor. 6: 18-20). Por eso debemos decir que el Amor Verdadero Espera.

Juan Pablo II en su carta titulada La Vocación nos dice: “la unión de los cuerpos ha sido siempre el lenguaje más fuerte con el que dos seres pueden comunicarse entre sí. Y por eso mismo, un lenguaje semejante, que afecta al misterio sagrado del hombre y de la mujer, exige que no se realicen jamás los gestos del amor sin que se aseguren las condiciones de una posesión total y definitiva de la pareja, y que la decisión sea tomada públicamente mediante el matrimonio.” Añade luego: “… el serio compromiso del matrimonio es cimiento de un sólido edificio. No se puede alimentar un hogar con el fuego del placer que se consume rápidamente, como un puñado de hierba seca. Los encuentros ocasionales son simples caricaturas del amor, hierven los corazones y descarnan el plan divino.”

La búsqueda de la santidad y la búsqueda de la felicidad es una misma cosa. Sólo llegamos a la plenitud de la felicidad cuando somos fieles a aquello para lo cual fuimos creados, es decir, cuando somos fiel reflejo de la imagen de Dios. Es el camino para hacernos uno con Dios.



[1] FC hace referencia a la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II sobre la función de la familia cristiana en el mundo de hoy.
[2] El acrónimo se ha tomado de una de las campañas sociales que fomenta el grupo mariano que dirige Felipe Gómez León en Bogotá y Barranquilla. 

viernes, 5 de agosto de 2016

III. Los valores. El pudor.

Juan Pablo II nos dice que el cuerpo humano con su masculinidad y su femeneidad es no solo fuente de fecundidad y procreación, como todo en el orden de la naturaleza, sino que tiene dos capacidades adicionales, ya mencionadas, que denomina como los atributos esponsalicios del cuerpo: la capacidad de expresar el amor y la capacidad de vivir el hecho de que el otro – la mujer para el varón y el varón para la mujer – sea alguien a quien Dios ha querido por sí mismo como ser único e irrepetible.

La dignidad del ser humano debe llevarnos a saber expresarle nuestro amor y a saber valorarlo por quien es. El pecado original lleva a que el ser humano invierta los valores y le dé preeminencia a la búsqueda de la satisfacción de los sentidos[1].

Juan Pablo II analiza el comienzo de la vergüenza relatado en el libro del Génesis. Una vez Adán y Eva comen del fruto prohibido: “…se les abrieron los ojos y ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron pues unas hojas de higuera, y se hicieron unos taparrabos. Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, … El hombre y la mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera. Yavé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿dónde estás?». Este contestó: «He oído tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí»” (Gen 3, 7 y 9-10).

El pudor natural nos lleva a ocultar nuestros cuerpos con las prendas de vestir con el objeto de evitar que nos miren con burla o con intenciones de usarnos cual vaso desechable. Lo que buscamos es que nos miren y nos amen por quienes somos, es decir, de la misma manera como nos mira y nos ama Dios.

Cuando una mujer o un hombre se visten de tal modo que resalte su cuerpo, en cierta manera está expresando que lo mejor que tiene es el cuerpo. ¿No tienes nada más que ofrecer? ¿Qué hay de tu experiencia, tu inteligencia, tu sensibilidad, tu ternura?, ¿Qué hay de la totalidad de tu ser? ¿Qué hay de tu capacidad de expresar el amor y tu capacidad de vivir el hecho de que Dios te ha querido por tí mismo como ser único e irrepetible?



[1] La búsqueda de la satisfacción de los sentidos se llama “sensualidad”, y cuando lo estableces como fin y fundamento, se llama "hedonismo".

martes, 2 de agosto de 2016

II. La vocación al matrimonio. La vida religiosa.

El evangelio según San Mateo, en su capítulo 19, nos relata que Jesús a continuación de remitirnos al principio (Génesis 2, 24) para ver cómo es el matrimonio en el Plan de Dios, añade que hay hombres que se han hecho célibes por el Reino de los Cielos. Se trata de otro tipo de llamado al matrimonio, en esta ocasión con la Iglesia. Juan Pablo II expone cómo aquellos que de manera libre y voluntaria aceptan el llamado al celibato por el Reino de los Cielos preservan la verdad integra de su humanidad sin perder en el camino ninguno de los elementos esenciales (ya presentados) del llamado de la persona a ser imagen y semejanza de Dios.

“¿Cómo es posible esto? Buena pregunta. Nuestra bendita Madre, María de Nazaret hizo la misma pregunta por primera vez ante el extraordinario plan al que Dios la había destinado. Y la respuesta que recibió María de Dios Todopoderoso es la misma que nos da a nosotros: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti porque para Dios nada es imposible»”[1].

Juan Pablo II expone en su libro La Vocación que “La llamada de Jesús «Ven y sígueme» es una declaración de amor. Nuestra respuesta es entrega, amistad, amor manifestado en la donación de la propia vida, como seguimiento definitivo y como participación permanente en su misión y en su consagración. Decidirse es amarlo con toda el alma y con todo el corazón, de forma que ese amor sea la norma y el motor de nuestras acciones”[2]

“La vocación religiosa es un don libremente ofrecido y libremente aceptado. Es una profunda expresión del amor de Dios hacia vosotros y, por nuestra parte, requiere a cambio un amor total a Cristo. Por tanto toda la vida de un religioso está encaminada a estrechar el lazo de amor que fue primero forjado en el sacramento del bautismo”[3].

Explorando cómo se expresa la femeneidad en la vida religiosa, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), monja carmelita, reflexionó que hacerse toda de otro para poseer a ese otro es el deseo más profundo del corazón femenino porque está naturalmente orientado hacia el otro. Sólo Dios es capaz de aceptar ese don ilimitado y aceptarlo en manera que no se pierda el alma sino que la gane. El principio de la vida religiosa es el pleno don de sí misma y la única vía posible donde tienen cumplimiento los deseos femeninos. Renunciar a toda posesión, a todo tipo de ligamen y unión humana y vital y a la renuncia de la propia voluntad.

Juan Pablo II dijo que le era grato reafirmar con fuerza el papel eminentemente apostólico de las monjas de clausura. Dejar el mundo para dedicarse -en la soledad- a una oración más profunda y constante no es más que una forma particular... de ser apóstol.

“«Haced lo que Él os diga». En estas palabras María expresa, sobre todo, el secreto más profundo de su vida. En estas palabras está toda Ella. Su vida, de hecho, ha sido un «Sí» profundo al Señor. Un «Sí» lleno de gozo y de confianza”[4];. María fue la primera consagrada a servir y a amar a Jesús.

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[1] La Vocación explicada por Juan Pablo II. Pedro Beteta. Ediciones Palabra. Madrid. 2011.
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid