Se critica por parte de las iglesias protestantes los Dogmas
de Fe, principalmente los que están relacionados con María, madre de Jesús. Se
define algo como dogma cuando la totalidad del Pueblo de Dios (fieles,
sacerdotes y obispos) cree con firmeza en una verdad esencial de nuestra fe,
siempre y cuando el Magisterio de la Iglesia la confirme, iluminado por el
Espíritu Santo, como una verdad contundente, coherente y vinculada con las
otras verdades de la Revelación.
Madre de Dios
Una de las frases que nos han mencionado nuestras conocidas protestantes es que María fue madre de la humanidad de Jesús, pero no de la divinidad de Cristo. He aquí la argumentación protestante[1]:
“La Biblia nunca llama a María Madre
de Dios porque Dios no tiene madre. Dios siempre ha existido. Dios nunca
tuvo madre, o genealogía. Nadie lo engendró. Como alguien bien lo ha dicho, así
como la naturaleza humana de Cristo no tuvo padre, así también la naturaleza
divina no tuvo madre.
La Biblia, por lo tanto, correctamente llama a María la madre de Jesús: "Al tercer día se
celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de
Jesús". (Juan 2,1). En Hechos 1,14 leemos: "Todos estos perseveraban
unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la Madre de Jesús”.
Nuestro Señor Jesucristo es Dios hecho carne. La virgen María,
bienaventurada sobre todas las mujeres, fue escogida por Dios para ser la madre
de la naturaleza humana de Cristo. Ella fue madre de su cuerpo físico, pero no
pudo ser madre de su deidad. La Biblia dice: "Porque en Él fueron creadas
todas las cosas.... todo fue creado por medio de Él y para Él" (Col. 1,
16). Este texto habla de la preexistencia de Cristo, antes de la existencia de
María. María concibió a Jesús como un ser humano con todas las características
físicas normales. María no concibió la naturaleza divina de Cristo, porque esta
naturaleza existía antes de la fundación del mundo.”
Esta concepción
ya la había discutido ampliamente la Iglesia: El obispo Nestorio en el siglo V
declaraba esto mismo: que María dio a luz a Jesucristo, una persona humana, que
a esta persona humana fue unida la persona de la Palabra de Dios (el divino
Jesús), que esta unión de dos personas, el Cristo humano y la Palabra divina,
era "sublime y única" pero meramente accidental, que la persona
divina habitó en la persona humana "como en un templo". Siguiendo su
propio razonamiento, Nestorio declaró que el Jesús humano murió en la cruz, no
el Jesús divino. Como tal, María no es "Madre de Dios" sino
simplemente "madre de Cristo", el Jesús humano. Como resultado de las
discusiones con otros obispos como San Cirilo de Alejandría el tema se dirimió
en el Concilio de Éfeso en el año 431 declarándola herejía, es decir, una
opinión particular o específica sobre un punto de doctrina determinado, y que
no hace parte del cuerpo doctrinal de la Iglesia.
Para entender el
punto de vista de la Iglesia Católica, debemos partir de la visión que la
Iglesia tiene del ser humano.
Jamás debemos ver
al ser humano como una parte material y otra espiritual porque nos lleva a otro
tipo de errores, como por ejemplo, si la persona divina es diferente a
la persona humana, la pasión y muerte de Cristo no tendría un carácter redentor
del género humano.[2]. La tradición judía tenía claro que no
puede haber cuerpo sin alma ni alma sin cuerpo. Son dos caras de una misma
moneda. Por ello el nombre era tan significativo para los judíos, cada nombre,
Gabriel, Ana o Ezequiel tiene un significado que no sólo designaba el cuerpo
del individuo, sino también definía su ser. Gabriel significa “fuerza de Dios”,
Ana significa “benéfica, compasiva, llena de gracia” y Ezequiel significa “Dios
es mi fortaleza”. Por ello Jesús renombró a Simón (”el que ha escuchado a
Dios”) como Pedro (”roca” en latín). Paulo (“pedido a Dios” o ”prestado a
Dios”) pasó a llamarse a sí mismo como Pablo (“pequeño” en latín). De este modo
se daba a entender que a partir de aquel momento eran nuevas personas con una
nueva misión. Jesús (“salvación”) también se denomina como Emmanuel, es decir,
“Dios con nosotros”.
Pablo nos dice
que Jesús fue en todo semejante a nosotros excepto en el pecado. No es que un
hombre ordinario hubiera nacido primero de la Virgen, en quién después la
Palabra descendió; lo que decimos es que Dios se encarnó, haciéndose el
nacimiento en la carne el Suyo. María concibió por el poder del Espíritu Santo
y a través de ella a Jesucristo, segunda persona de la Santísima Trinidad,
consubstancial con el Padre y Dios verdadero de Dios verdadero, entró en este
mundo, tomando forma y alma humana. En Su persona están unidas tanto la
naturaleza divina como la naturaleza humana y no se pueden separar.
Jesús nos dice en
Juan 14, 9: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Quien ve a Jesús ve a
su cuerpo y quien ve a su cuerpo ve a Dios Padre “ ..porque Él y el Padre son
uno solo” (Jn 10, 30).
Pero queda la
pregunta ¿Las Escrituras llaman a María madre de Dios? Sí. El evangelio según
San Lucas nos relata: “Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María,
saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y
exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1, 41 - 43).
El evangelista es muy explícito, cuando Isabel queda llena del Espíritu Santo le
realiza una pregunta a María llamándola “madre de mi Señor”.
[1] Tomado de http://www.casadeoracioncr.com/tratado/499
el 25 de diciembre de 2014.
[2] No soy quien para profundizar en este tema específico tan fundamental.
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