Otra
argumentación protestante que escuché hace muchos años fue que Jesús desautorizó a su madre
en Juan 2, 4 y en Mateo 12, 46-50.
El contexto de la
primera cita es la boda en la región de Caná a donde Jesús asistió con sus
discípulos, y María su madre también era una de las invitadas. El evangelio
según San Juan nos muestra entonces a un Jesús que había iniciado su ministerio
de predicación, pero que aún no había acompañado ésta con signos sensibles que
corroboraran el poder de Dios en Él. Estaba esperando algún “signo” o “señal”
que le indicara que había llegado la hora de mostrarse en ese aspecto: “Todavía
no ha llegado mi hora”. Pero María “la llena de Gracia”, es decir, la llena de
“la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rm 6, 23) inmediatamente dice a
los sirvientes: «Haced lo que él os diga». La escena muestra a una María que
tiene claro que esa hora ya ha llegado. Jesús no responde a su madre ni la
desautoriza. Por el contrario, se da cuenta que la actitud de su madre es la
señal que estaba esperando. Por eso llamamos a María la “señal de Jesucristo”.
La segunda escena ocurre mientras Jesús predica a la multitud dentro de alguna zona urbana. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» Pero él replicó: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» Tampoco en esta situación Jesús desautoriza a María. De nuevo, al contrario, la exalta porque deja claro que su madre cumple la voluntad del Padre celestial. Hubo otra situación similar: una vez, estando Jesús hablando a la gente, alzó la voz una mujer y dijo: “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron.” Y Jesús le respondió:
“Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 27-28). De nuevo nos habla a todos, pero de nuevo exalta a su madre. Agustín de Hipona comentó de esta palabra: "De ahí que María es dichosa también porque escuchó la Palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo.”[1]
María no es mencionada accidentalmente en las escrituras sino que recibe un tratamiento extenso e importante. En varias ocasiones nos dicen que ella guardaba todas las manifestaciones de Dios en su corazón y las meditaba. En la boda de Caná ella expresa -“Haced lo que Él os diga”. Por esas razones debe ser maestra para nosotros. El hecho de que Dios Padre se hubiese fijado en la humildad de esa mujer que se consideraba su esclava y que accedió a que se hiciese Su Voluntad, que dicha mujer no se jactara de su condición de sagrario[2] del Mesías, sino al contrario, que corriera a asistir a su prima Isabel que vivía a varios días de distancia, nos indica que María es modelo para nosotros. El hecho de que Jesús la haya asignado por madre del discípulo amado en la Cruz y por medio de él a toda la humanidad nos invita a llamarla madre nuestra. Debemos llevarla a nuestra casa como lo hizo el discípulo amado[3].
[1] Tomado de http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/noviembre_21.htm
el 5 de enero de 2015.
[2] Lugar que guarda las cosas sagradas.
[3] ¿Queremos ser nosotros el discípulo amado?
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